lunes, 19 de noviembre de 2007

¡Qué escándalo!

- ¿Sabes lo que ha dicho Watson, del dúo Watson & Crick, descubridores del ADN? – comenta uno de los compañeros de trabajo con los que compartía la mesa del almuerzo.

- No – respondo con sinceridad -.

- Dice que lo negros son menos inteligentes.

- ¡Ah!

- ¡Y se queda tan fresco!

- Ya ves – traté de concluir un tema que me aburría.

- Pero,…, hay más.

- No me digas – respondí cansinamente.

- Lo peor es que ha dicho que si supiera que iba a tener un hijo homosexual lo abortaría. ¡Es escandaloso!

Esta apostilla puso mis nervios de punta y le espeté con la mayor vehemencia que mi educación y la ocasión me permitían:

- Pues a mí no solo no me escandaliza sino que lo comprendo perfectamente.

El asombro en la mesa se palpaba a la legua.

- Sí – dije – no me miréis con esa cara. A mí lo que de verdad me escandaliza no es que se declare esto u otra cosa similar, lo que realmente me repugna hasta la náusea es que se hagan abortos con vuestro beneplácito e impuestos a niños inocentes. O sea que si se demuestra que un no nacido tendrá tendencias homosexuales es un escándalo abortarle pero si se descubre - mejor dicho, se supone con todas las reservas que se ha descubierto - que tendrá síndrome de Down tras una amniocentesis no pasa nada. ¡Eh!, os escandalizáis de un mero comentario porque se habla de gente con tendencias no naturales y os importa un pepino que sí se ejecutan en la práctica asesinatos de muchos otros niños inocentes.

El tema es tremendo. Ya lo ven. Se trata de un conflicto de intereses progres. Entre el pretendido derecho al aborto, que por mucho que lo exijan o lo aprueben nunca será un derecho porque el asesinato por muy legal que lo sea siempre será un vil crimen, y la discriminación positiva de personas que son susceptibles de pertenecer al grupo de presión gay – el más beligerante y peligroso que existe-, el resultado parece claro: ante esta tesitura parece que gana la opción segunda. ¿Curioso verdad?. La madre tiene el derecho a decidir sobre la vida de su hijo y nadie le tiene que imponer nada; ¡ah!, pero si se demuestra que el niño que le viene será cacorro, la cosa cambia.

Pues a lo mejor hemos encontrado una forma de sensibilizar a esta sociedad sobre el nefando crimen al que se le ha dado carta de naturaleza. Digamos que ante la posibilidad de que esas criaturas no nacidas pudieran tener tendencias homosexuales habría que darles la oportunidad de vivir. Ya conocemos otra pieza de la escala de valores de los progres: los derechos de los homosexuales son superiores a los derechos humanos. Por algo a mí nunca me gustó eso de los derechos humanos, siempre pensé que mis seres queridos conseguirían mayor seguridad si me dedicaba a defender los derechos de Dios.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece un artículo estupendo. Les mete el dedo en el ojo a todos esos defensores del asesinato intruterino. Hipócritas.

Embajador dijo...

Es como el "dilema" aquel:

- He oido que van a gasear a todos los judios y a los panaderos.

- ¿Y porque a los panaderos?

El personal da ciertas cosas por asumidas y la verdad es que causa pánico. La rhinoceritis de Ionesco.

Crispal dijo...

Genial conversación. Me gustaría ver cómo se quedaron tus interlocutores después de exponer un argumento así. ;-)

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