miércoles, 30 de septiembre de 2009

No me gustan las razones de los que están contra el aborto

Todavía recuerdo con regusto amargo el día que asistí con mi familia a la última gran manifestación en defensa de la vida en la plaza Neptuno de Madrid. En ella se repitió el famoso argumento de que las mujeres eran las primeras víctimas del aborto.

Estos días vuelvo a oír algo parecido; a saber, que la píldora llamada del día después es un chute de hormonas con efectos no predecibles sobre las jóvenes que las consuman y que además por la juventud de su potencial clientela es muy probable que la consuman más de la cuenta. En consecuencia, deberían ser administradas bajo prescripción médica.

Que estos argumentos sean defendidos por la derecha, no me extraña, ya que no tienen ninguna convicción ni ideal - hablo del PP y aledaños – pero que esto venga de católicos pertenecientes a los sectores más ortodoxos de la Iglesia, me pasma.

Una vez más las cosas se confunden. La píldora del día después es un invento maligno porque se trata de un arma química para matar, para abortar: o ha habido fecundación y su efecto es la muerte del nuevo ser humano evitando que el embrión anide o no hace nada; bueno, provocar alguna anomalía con la ovulación. Es como una macabra ruleta: hay niño, lo mato; no hay, buena suerte, para el niño, claro. Es como si cojo una pistola y disparo a ciegas en el aula de un colegio.

Yendo al tema, las mujeres que practican el aborto no son las víctimas sino las principales culpables de un asesinato. Son más culpables que los médicos, la sociedad y sus conocidos. Más culpables porque son las que deciden, las que previamente demandan este falso derecho y peor de todo porque asesinan no a un desconocido sin a su propio hijo. Ahora si las consideramos víctimas porque sufren las consecuencias de un pecado mortal que las mata el alma y las acerca a la locura, estoy de acuerdo. Pero lo mismo podríamos decir de los violadores, lo que han asesinado a su esposa y un largo etcétera. Todos ellos sufren las consecuencias de sus pecados, tanto que algunos no lo soportan y se suicidan. En este sentido son víctimas, dignas de lástima y de nuestra compasión. Sin embargo, nadie dice que son víctimas, son culpables.

Por supuesto que reconozco que existen mujeres que son forzadas, en mayor o menor medida, a perpetrar un aborto, como lo podemos también admitir de cualquier otra persona, hombre y mujer, que cometa otra tropelía porque su voluntad ha sido violentada. En función de las circunstancias existen, en mayor o menor grado, atenuantes.

Para terminar apuntaré que mientras los defensores del aborto, casi siempre desde los sectores de la izquierda, preguntan asiduamente a los detractores del aborto que aporten soluciones a la cantidad de abortos que se producen al año, estos últimos, mojigatos ellos, suelen recomendar las subvenciones – ¡siempre a por el dinero ajeno! – a las organizaciones de defensa de las madres solteras, etc. Es ridículo. Yo propongo algo nuevo: lo mismo que están haciendo con la “violencia de género” – uso el término entrecomillado aposta, pero esto es para otro día -, recrudecer las penas de cárcel para los culpables (en este caso no sería recrudecer sino restablecer), empezando por las más culpables.

viernes, 4 de enero de 2008

Que los cristianos actúen como ellos estimen pero que dejen a los demás comportarse de acuerdo a lo que consideran correcto

El axioma del título, ¿les parece adecuado?. No me nieguen que no es políticamente correcto. Seguramente así piensen muchos católicos de pro e incluso alguno de mis lectores hasta que, espero, hayan terminado de leer este artículo.

Cuando ojeé el comentario que dejó Maldoror sobre mi anterior entrada se me encendió la luz y pensé acerca de la utilidad de escribir algo que ayudara a clarificar las muchas dudas de tanta gente de buena fe que por falta de instrucción o por la titánica influencia que la cultura de la muerte ejerce sobre las personas echan de menos los argumentos que corroboren lo que su conciencia, intuición, educación y buen sentido les asegura. Además, me dije a mí mismo, visto el perfil de este señor, que tal vez estuviera ante una de esas rara avis, tan escasa entre los católicos y casi inexistente fuera de ellos, que busca auténticamente algo de verdad, que sufre de esa docta ignorancia socrática que provoca la sed de conocimiento ajena de prejuicios y miedos a poner en entredicho todo lo ya conocido, y que está haciendo una pregunta anhelando una respuesta. Pero mi desilusión vino cuando contestó a nuestro amigo Embajador en el Infierno que trató de explicarle con simplicidad y muchísima profundidad – ambas suelen ir acompañadas – alguna de sus aparentes inquietudes. Su respuesta no fue el silencio reflexivo o la petición de mayores aclaraciones para comprender mejor lo que transmitimos, si no para ser amaestrado al menos para entendernos y poder conocer por mera voracidad de sabiduría algo nuevo. Pero no, ¡qué desilusión!. Otro dogmático, lleno de prejuicios. Otro que pregunta y pregunta pero como mera retórica sin esperar aprendizaje ni siquiera dialogo. Qué fiasco al descubrir que a la respuesta del Embajador en el Infierno le contesta con otra pregunta pero de índole diversa. Y para más inri el tópico sofista de con “qué autoridad”. Qué pena, una persona que parecía letrada. Efectivamente, es perder el tiempo dialogando así. Cada vez que a Jesucristo le hacen una pregunta del tipo con qué autoridad, quién te crees, etc. Siempre contestó de la misma forma. No hay otra.

A pesar de todo, podemos salvar las primeras preguntas de Maldoror por su utilidad para construir este artículo ya que son las mismas que esas personas de buena voluntad, que hemos mencionado, se están haciendo en medio de sus vacilaciones.

Comencemos. Interpelaba nuestro frustrado académico lo siguiente: “¿Cuando hablan de que medidas como el divorcio express o el matrimonio homosexual "atentan contra la familia cristiana", a que se refieren? Exactamente como que dos homosexuales puedan casarse o que la gente en general tenga el derecho a divorciarse afecta su "familia cristiana"? ¿Los estan obligando a divorciarse? ¿Los estan obligarse a volverse homosexuales o están dando el derecho a casarse solo a los homosexuales?”

Hablemos del matrimonio homosexual. Con respecto a la primera cuestión, aparentemente correcta, la cual afirma que extender el concepto de matrimonio a otras realidades no va en detrimento del que tenemos los cristianos u otros que piensan como nosotros, ya que esto no es ni mucho menos una cuestión religiosa, puesto que podremos seguir haciéndolo sin que en nada nos afecte dicha ampliación, digo que es absolutamente errónea. El mayor ataque que puede recibir cualquier ser es ir contra su sustancia. Pongo un ejemplo que ya he usado otras veces: ¿saben la mejor forma de cargarse todo el apoyo social a los minusválidos? – espero no ofender a nadie con la palabra pero es que no conozco el último eufemismo políticamente correcto para referirme a esa realidad, aclaro que es así como nombramos esta situación entre los que la sufren y me son próximos y queridos; pero, claro, ellos son inteligentes y no progres…-, repito, ¿saben cómo?. Se lo digo yo, lo más eficaz y sin que nadie pueda protestar es ampliar el concepto de minusvalía a cualquier problemilla. Así el que tiene la ceja torcida percibirá la misma ayuda que el tetrapléjico. ¿Absurdo?, ¿no?. Cambia la definición de lo que se pretende proteger y lo dejarás absolutamente desprotegido. Esto es aplicable a cualquier cosa: al arte, a los productos distintivos de un país, a los cargos de una empresa. Amplia la definición de directivo, por ejemplo, y has dejado de serlo. Como a alguien se le ocurra calificar la limonada como vino de solera me río yo de los consejos reguladores de la calidad. Haz más flexible el concepto de arte y la partida presupuestaria que percibiría una gran pinacoteca para sus proyectos se lo llevarán los graffiteros. Y, me pregunto, afecta o no a los que van en silla de ruedas, directores, bodegueros y expertos en pintura barroca. ¿Protestarán? o algún mentecato les dirá: si nadie os impide que sigáis haciendo lo que hacéis, ¿de qué os quejáis?. Fíjense qué no será la gravedad de hacer este cambio de definición con la institución más importante de la sociedad, puesto que es la célula de ella, y que, en consecuencia, debe protegerse y promocionarse y todo lo que se haga por ella es poco. No solo económicamente sino moralmente, con reconocimiento social, con facilidades, con apoyo psicológico, con oportunidades singulares, etc. Si resulta que una familia con sus abuelos y sus muchos hijos valen lo mismo legalmente que dos amiguitos que viven juntos, ya me dirán.

Sobre la segunda cuestión de que nadie nos obliga a ser homosexual, sin entrar en la calificación de esta tendencia que ya he tratado ampliamente en esta bitácora y que continuaremos dada la beligerancia de los activistas gay, diré que tampoco esto es cierto del todo. Es verdad que de lo que voy hablar ahora es un asunto muy sutil pero se da. Me refiero al efecto pedagógico y moralizante que toda nueva ley trae consigo. La gente normal tiende a pensar subliminalmente que si algo es legal es bueno. En consecuencia, los frutos, especialmente en los adolescentes en los cuales la personalidad, incluido el equilibrio sexual, está por desarrollar, este mensaje es letal. Por tanto, una ley de este tipo acarrea un efecto proselitista. Concluyendo, si no nos obliga a ser homosexuales, al menos, induce y posibilita.

Aclaro, existe la posibilidad de dejar de ser homosexual, no viene a cuento, pero como no se oye mucho y yo soy testigo de varios casos muy cercanos lo repito por si ayuda a alguien.

Con el divorcio express es más fácil argumentar. Ya el divorcio en sí es un ataque a la esencia de la familia ya que esta por su raíz no tiene fecha de caducidad. Si existe la posibilidad del divorcio de los padres la familia se debilita en sus cimientos. Esto es tan obvio que los prejuicios no nos lo dejan ver. Es como los huevos fritos con patatas que solo nos damos cuenta que existían cuando estamos seis meses en el exilio y es de la única comida que nos acordamos. Pongo un ejemplo: Que les parecería que la legislación de un país permitiera que los socios de una empresa tuvieran la arbitrariedad de disolver la sociedad sin atender con ninguno de los compromisos con sus empleados, proveedores y clientes; bueno, ninguno, no, pactando unas indemnizaciones. Esta claro que nadie viviría seguro en un lugar así. Al contrario lo que se desea son compañías fuertes y duraderas que den seguridad a sus empleados, clientes, accionistas y sociedad. Es más lo que esperamos de la legislación es que premie la durabilidad y penalice la temporalidad. Y no digamos si hablamos de entidades de inversión, donde confiamos nuestros ahorros -¡quien los tenga!- . Esto que está claro con el tema empresarial, vamos con el dinerito, lo ponemos en tela de juicio con algo muchísimo más valioso como es la familia. Bueno pues el divorcio express es acentuar esto hasta lo ridículo. En el caso de la empresa, que en 24 horas le dices a todo el mundo que a su casa, ¡que esto se ha acabado chicos!. Cuando se abarata el coste de terminación de un compromiso lo que se hace es minusvalorar el propio compromiso. Tal es así que llega un momento en que la diferencia entre estar casado o no desaparece, ergo, dinamitamos el concepto de matrimonio y por ende el de familia. Le damos un marco de inestabilidad propicio para la irresponsabilidad y para la irreflexión tan enemigo del amor verdadero, que es la esencia de la familia.

La familia es el lugar donde se nos quiere por lo que somos y no por lo que valemos y esto, especialmente en los jóvenes, es lo que nos ayuda a crecer como personas. Si esto puede acabar, es una mentira, un fraude. El amor no existe. Esa es la razón de tanta depresión y suicidio. Pero este amor del que hablamos no es un enamoramiento compulsivo sino el amor duradero. Aclararé para la ignorancia generalizada que el enamoramiento y la pasión inicial se acaban, hasta aquí algunos llegan por eso concluyen que la solución es el cambio de ahí el divorcio, lo que no sabe la gente es que vuelven, pero en el marco de un matrimonio donde la constante es el amor, con subidas y bajadas, con perdón y con cien mil sinsabores vividos juntos.

Para finalizar voy al axioma inicial. Lo que en el fondo nos pasa, influenciados por la presión ambiental, es que pensamos que cada cual haga lo que crea y no nos metamos en la vida de los demás. Esto es lo más egoísta que he oído en mi vida y se dice mucho. Que es lo que pone el comentario: si yo no me voy a divorciar qué me va a mí que lo hagan los demás, que tengan la posibilidad, perfecto. Olvidando que la ley no es potestativa sino que es de debido cumplimiento. Verbigracia: Admitiríamos que la ley de protección de maltratos a una mujer – estos ejemplos deben tener como víctima a una fémina de lo contrario pudieran interpretarse justo en sentido contrario a lo que el autor pretende – exonerara al varón que inflingiera una paliza a su mujer si a esta, por masoquismo o lo que quieran, le gustara. De ningún modo, pues ese hombre transgredió la ley. A que no valdría decir si ellos son así felices dejémoslos y cuando mate a la mujer miramos para otro lado y decimos compungidamente: una desgracia. Una ley nos afecta a todos. El mal de una persona es un mal que daña a la sociedad. Por la misma razón, no podemos decir que no importa que la legislación corrompa la esencia de la familia ya que la mía va a seguir muy bien, ¡allá lo demás!. Y, ¿nuestros hijos, qué?; y, los demás, ¿qué?, ¿nos importan, acaso, un pepino?.

Para acabar diré que el origen de estos males contra la familia, aunque se remontan a Lutero y al Iluminismo francés – ya hablaremos algún día -, tienen un enemigo muy próximo y cercano que fue la llamada liberación sexual. Vamos que todo este problema pasa por pensar con la bragueta. Y no es coña.

miércoles, 2 de enero de 2008

El PSOE tiene razón

Pido disculpas a mis lectores por el tiempo sin publicar entradas pero sobre todo lo pido por la falta de explicaciones. La razón para no mantener actualizada esta bitácora es algún cambio en mi vida laboral que me lo ha impedido y el motivo para la falta de explicaciones es mi deseo de continuar con el blog y no permitir que tras el amparo de una buena aclaración sucumbiera ante la tentación de dejarlo definitivamente. Bueno no quiero seguir por esta línea.

Resulta que los del PSOE, entre sus disparatadas e irritadas reacciones - ¡cómo me gusta verlos cabreados! - en contra de la maravillosa celebración en apoyo de la familia cristiana del domingo, han dicho algo harto sensato y que, en mi opinión, da en el centro de la diana. Resulta que le han preguntado al principal partido de la oposición que si ellos van a dar marcha atrás a todas las abyectas leyes que atacan al corazón y a la sustancia de la familia sin calificativos; la de verdad; vamos, la natural.

Por supuesto que estuve en la celebración con mi mujer, mis siete hijos y mi querida suegra. Además colaboramos en todo lo que pudimos en la propagación y organización del evento. Por falta de tiempo dejo para otro día mis comentarios; pero, en general, fantástico. Esto hay que continuarlo y sus frutos son a largo plazo. La esperanza de regeneración social no vendrá de la clase política sino de las gentes.

Voy al asunto. Cuando se plateó esta celebración sus convocantes insistieron hasta la saciedad que esta no tenía un cariz político ni en contra de nadie ni a favor de nadie. Saben lo más gordo de todo: que es verdad. Puede que los que no están en la Iglesia y no la conozcan piensen que al igual que ellos esta actúa por intereses diversos, pero propios. Claro que los cristianos pecamos e incluso la más altas personalidades de la Iglesia, pero cuando esta se mueve es por amor al hombre, esta fue la causa de la movilización: compasión ante el sufrimiento que genera la situación de abandono en que queda el hombre cuando se destruye la familia. Bien, en sus primeras reacciones el PSOE atacó a la Iglesia, pero ahora hace la pregunta clave al PP: Y, tú, ¿qué?.

Eso preguntamos todos: y tú, ¿qué?. ¿Con la familia y la vida o contra ella?. O tal vez quieres su voto para usarlo. ¡Mójate!. Esta pregunta se puede extender a algunos falsos compañeros de viaje como parte de los jefes de la cadena COPE.

Los católicos no tenemos otra afiliación que Cristo. Pero sabemos que al PSOE no lo podemos votar por ser enemigo de la verdad. Al PP tampoco, porque también lo es aunque disimule para obtener nuestro voto. Sería una oportunidad de oro para ganarse nuestro voto el contestar positivamente a la pregunta formulada. Me temo que no lo harán.

El enfado del PSOE y el silencio del PP son la prueba de que la celebración no iba ni a favor ni en contra de nadie sino que era lo que era: el testimonio, la celebración, la queja y el suspiro a favor de la familia de muchas, muchísimas personas que siguen amando al ser humano. Hay esperanza.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Yo soy objetor de conciencia contra la EpC

Desde hace algo más de un mes mi mujer y yo somos objetores de conciencia contra la ya archiconocida asignatura Educación para la Ciudadanía (EpC).

Para los lectores de fuera de España – que aclaro no son pocos – reseño que se trata de una disciplina que el gobierno socialista de este país ha decidido implantar, aparentemente tal y como se hace en otras naciones del entorno, solo que, a diferencia de lo que ocurre en esos países, el contenido de la susodicha asignatura no es una simple exposición de los principios constitucionales o la descripción del funcionamiento del estado o la divulgación de los comportamientos cívicos a secas, con lo cual estaríamos desinteresadamente conformes, sino que es profundamente ideológico, tratando de adoctrinar a nuestros hijos, mezclado entre otras cosas que sí son inocuas, la concepción humana bajo la ideología de género, el relativismo, la crítica a lo genuinamente religioso y la abyecta visión sexual de los progres.

Resulta que en el proceso de enterarnos cómo hacer esta objeción hemos oído toda una serie de argumentos que apuntaban a no dar el paso desde los ambientes más críticos a ese remedo de asignatura - ¡qué no se dirá desde los otros sectores! – los cuales me gustaría denunciar por su error o pusilanimidad.

Para empezar la gente teme que en el historial académico de sus hijos quede impreso de por vida un borrón y esto es demasiado para tan caritativos padres. Además los residentes de las comunidades autónomas donde la implantación de la perniciosa materia se retrasará hasta el próximo curso, como es el caso de la de Madrid, donde vivo, piensan que es mejor plantearse este tema cuando el problema lo tengamos encima y así, con un poquito de suerte, este toro nunca llega y que otro lo lidie. Por último, en el colmo de la cobardía y también de la hipocresía, bajo mi modesto punto de vista, los más fervientes y piadosos de todos dicen: como nosotros ya llevamos a nuestros hijos a colegios religiosos ya se encargará el centro de adaptar la asignatura. No se crean que esto lo dicen con indolencia pues les consta que realmente será así; en efecto, estos colegios, lamentablemente son pocos entre los de ideario católico, harán que la asignatura se imparta de acuerdo a la mayor de las purezas doctrinales. Entre estos últimos se encuentran conocidísimos y catolicísimos sectores.

Todas están razones se caen ante una de mayor peso y es que no podemos quedarnos de brazos cruzados ante el mal que se nos viene encima a todos. Claro que hay riesgos, pero el peligro que nos cierne los demanda. Y lo más grave, los privilegiados, por la zona de residencia o por la capacidad económica de llevar a los hijos a aquellos colegios que responden a un ideario sano, no podemos mirar para otro lado medrosamente dejando que se esté metiendo en los cerebros de los niños, posiblemente de aquellas familias más débiles y desprotegidas por ser más pobres sin que cuenten con nuestra ayuda y solidaridad, este detrito ideológico. Para eso está la objeción para inundar de una ingente multitud de papelitos de estos a nuestros gobernantes y, también, a la insípida oposición, mostrando así cuál es nuestra postura y que no vamos a permitir sin luchar que traten de subvertir a nuestros hijos. Eso es algo a lo que son sensibles, pues piensan en número de votos. No vale pues decir que yo no vivo en Extremadura o que mis hijos van a este u otro colegio, ya que hay chicos a los que se les está obligando a cursar la EpC sin que sus padres encuentren los apoyos para evitarlo.

Para terminar quisiera felicitar al Foro Español de la Familia por la denodada y desinteresada labor que están haciendo para defendernos de este ponzoñoso bodrio. De igual forma incluyo un enlace donde se indica cómo objetar http://www.objetamos.com/.

lunes, 19 de noviembre de 2007

¡Qué escándalo!

- ¿Sabes lo que ha dicho Watson, del dúo Watson & Crick, descubridores del ADN? – comenta uno de los compañeros de trabajo con los que compartía la mesa del almuerzo.

- No – respondo con sinceridad -.

- Dice que lo negros son menos inteligentes.

- ¡Ah!

- ¡Y se queda tan fresco!

- Ya ves – traté de concluir un tema que me aburría.

- Pero,…, hay más.

- No me digas – respondí cansinamente.

- Lo peor es que ha dicho que si supiera que iba a tener un hijo homosexual lo abortaría. ¡Es escandaloso!

Esta apostilla puso mis nervios de punta y le espeté con la mayor vehemencia que mi educación y la ocasión me permitían:

- Pues a mí no solo no me escandaliza sino que lo comprendo perfectamente.

El asombro en la mesa se palpaba a la legua.

- Sí – dije – no me miréis con esa cara. A mí lo que de verdad me escandaliza no es que se declare esto u otra cosa similar, lo que realmente me repugna hasta la náusea es que se hagan abortos con vuestro beneplácito e impuestos a niños inocentes. O sea que si se demuestra que un no nacido tendrá tendencias homosexuales es un escándalo abortarle pero si se descubre - mejor dicho, se supone con todas las reservas que se ha descubierto - que tendrá síndrome de Down tras una amniocentesis no pasa nada. ¡Eh!, os escandalizáis de un mero comentario porque se habla de gente con tendencias no naturales y os importa un pepino que sí se ejecutan en la práctica asesinatos de muchos otros niños inocentes.

El tema es tremendo. Ya lo ven. Se trata de un conflicto de intereses progres. Entre el pretendido derecho al aborto, que por mucho que lo exijan o lo aprueben nunca será un derecho porque el asesinato por muy legal que lo sea siempre será un vil crimen, y la discriminación positiva de personas que son susceptibles de pertenecer al grupo de presión gay – el más beligerante y peligroso que existe-, el resultado parece claro: ante esta tesitura parece que gana la opción segunda. ¿Curioso verdad?. La madre tiene el derecho a decidir sobre la vida de su hijo y nadie le tiene que imponer nada; ¡ah!, pero si se demuestra que el niño que le viene será cacorro, la cosa cambia.

Pues a lo mejor hemos encontrado una forma de sensibilizar a esta sociedad sobre el nefando crimen al que se le ha dado carta de naturaleza. Digamos que ante la posibilidad de que esas criaturas no nacidas pudieran tener tendencias homosexuales habría que darles la oportunidad de vivir. Ya conocemos otra pieza de la escala de valores de los progres: los derechos de los homosexuales son superiores a los derechos humanos. Por algo a mí nunca me gustó eso de los derechos humanos, siempre pensé que mis seres queridos conseguirían mayor seguridad si me dedicaba a defender los derechos de Dios.

lunes, 12 de noviembre de 2007

No hay nada después

El otro día, tras asistir al funeral de un familiar, una compañera de trabajo me dijo, tal y como reza en el título, que ella pensaba que no hay nada después, que todo termina en la tumba y, para concluir, trató de agasajarme con la conocida sentencia de «¡qué envidia!, si yo pudiera tener tu fe…». Por mi parte le contesté sin pestañear: «¿quieres tenerla?, porque yo te digo cómo». Se quedó patidifusa.

Si todo se acaba en esta vida, si la muerte es el inexorable final, ante la repugnancia por el macabro sarcasmo que la existencia supondría, me inclino a comprender perfectamente el mundo en que vivimos. Desde esa óptica el aborto, la eutanasia y el divorcio – la maldita triada de la cultura de la muerte – son de una lógica aplastante; amen del abandono de los viejos, la promiscuidad, la falta de honradez, la avaricia, el hedonismo y un largo etcétera.

Pero no, los católicos creemos en la vida eterna. Bueno, esto es incompleto, porque también lo creen las religiones e incluso aquellos que impostoramente se autodenominan cristianos como los progres y los retros. Lo que distintivamente creemos los católicos no es solo en la vida perdurable, que también, sino en la resurrección de la carne y, hete aquí algo que olvidan muchos, en el juicio, infierno o gloria.

martes, 2 de octubre de 2007

El marxismo no sólo es malo en su puesta en práctica sino que es intrínsecamente nocivo

El título expresa bien a las claras lo que voy a intentar desarrollar en esta entrada.

La verdad es que el último comentario realizado sobre el artículo que escribí hace ya meses La religión es el opio del pueblo, ¿seguro? me ha recordado una vieja creencia muy extendida, incluso entre el orbe católico, de que el marxismo es una teoría muy buena pero que o bien nunca se llevado a cabo o bien ha fallado en sus diferentes concreciones derivando en tiranías, la cual es más falsa que un moneda de madera.

Soslayaré el criticar los diferentes regímenes autodenominados comunistas o socialistas como los de la extinta URSS, Alemania oriental, Vietnam, Camboya, Albania y un largo etcétera que recorre América, África y Asia porque sus horrores son proverbiales. Me olvido también del auténtico autor de la ideología política comunista o socialista que es el amigo Vladimir Ilich Ulianov al que algún día, si encuentro la demanda oportuna, le dedicaré alguna cosilla especial. Me voy directamente a los fundamentos de la doctrina socialista que desarrollaron Marx y Engels y digo que son erróneos y peligrosos.

Reconociendo de antemano que comparto con Marx las críticas a las injusticias sociales, que siempre se han dado y que siguen vigentes, añado que en poco más puedo convenir con él. Además ni siquiera en esto, como los convencidos, que son muchos, tratan de hacernos creer, el amigo Marx tiene el monopolio. Desde la más remota antigüedad han existido muchas voces que han denunciado, sobre todo desde la esfera judeo-cristiana, acertada y aceradamente las injusticias, singularmente las perpetradas por los ricos.

Lo que sí es innegable es la sorprendentemente efectiva facultad de seducción del marxismo ya que ha convencido a la masa, especialmente a los notables, de la bondad de su doctrina. Tal ha sido esta habilidad que, a pesar de sus notorias consecuencias, el mundo sigue creyendo mayoritariamente en dicha utopía. Es verdad que han mutado sus axiomas pero su fuerza de convicción no ha menguado. Otro día entraremos en las razones de tamaña capacidad.

Desde una visión antropológica católica voy a incidir en las tres equivocaciones primordiales del socialismo.

1.- El marxismo niega la esencia del hombre porque niega las esencias, los universales y punto. Yendo al grano, ¿qué es el hombre para Marx? – sería bueno que nos hagamos esa pregunta a nosotros mismos – la respuesta es clara: materia. O sea que el hombre es poco más que una roca, una adelfa o un pato. ¡Mentira!. Este es el error primordial, que procede de otro mayor y es que Dios no es. Si el sistema parte de una idea equivocada del hombre qué podemos esperar de sus diferentes conclusiones.

No crean que esto es baladí, si aplicamos con coherencia el materialismo colegiremos, por ejemplo, la inexistencia de la ética, esta para Marx es una estupidez burguesa que no hace sino mantener o acentuar la injusticia. Sí, sí, para este señor nada está bien ni mal. Eso son tonterías.

2.- Tal y como ya escribí en su día y reproduzco textualmente: “el método marxista cambia radicalmente el foco del problema primordial y lo traslada desde el corazón del hombre a la sociedad en su conjunto. De esta forma, en vez de dedicar nuestros esfuerzos en corregirnos a nosotros mismos, aunque es seguro que no lo vamos a lograr, pero al menos adquiriremos sabiduría y trataremos de buscar una ayuda exterior, nos dedicamos a cambiar a los demás. Yo siempre me pregunté cómo las estructurales sociales han llegado a ser injustas, porque si pensamos que los hombres por naturaleza no son malos - de hecho bueno y malo son categorías no admitidas para un coherente materialista marxista - cómo demonios llegan a serlo las estructuras sociales. Además es un hecho patente que no ha existido en ningún lugar ni en ningún tiempo una comunidad humana donde no se hayan cometido crímenes e injusticias. En consecuencia, para llevar a cabo la solución marxista, que implica cambiar a la otra clase, a la sociedad; en definitiva, a los demás, se necesita odio y violencia explícita o subrepticia. Mal arreglo es eso de sanar el odio con más odio.”

Es decir, al contrario del cristianismo que pregona que el problema de la injusticia reside en el corazón del hombre cuya naturaleza herida por el pecado original le incapacita para hacer el bien y solo la gracia obtenida en la muerte y resurrección de Jesucristo nos rescata de dicha tragedia, el marxismo afirma que las injusticias están en la sociedad y esta hay que cambiarla y punto. Insisto, ¿de dónde procede que la sociedad esté mal sino es porque las personas están mal?.

3.- Para el marxismo el motor de la historia es la lucha de clases. Este sistema, aparentemente científico, de interpretar e incluso profetizar sobre la historia fue el que encandiló a tantísimos. Fíjense que para los cristianos la historia de la humanidad se mueve por el amor, el de Dios. El amor de Dios creó al hombre y su amor es el que quiere salvarlo. Para ellos la lucha, aclaro la guerra, la pelea; esto es, el odio. Lean, por favor, lean a Marx y verán como lo único que para él mueve el mundo es el odio, el conflicto. El odio para ellos, el amor para nosotros ¿qué es lo que realmente anima al mundo?

Espero haber conseguido aclarar porqué esta doctrina es perversa y si no confío al menos haber evidenciado que en nada se parece al cristianismo. Una de las falsedades que, sinceramente, más me irritan.

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