El axioma del título, ¿les parece adecuado?. No me nieguen que no es políticamente correcto. Seguramente así piensen muchos católicos de pro e incluso alguno de mis lectores hasta que, espero, hayan terminado de leer este artículo.
Cuando ojeé el comentario que dejó Maldoror sobre mi anterior entrada se me encendió la luz y pensé acerca de la utilidad de escribir algo que ayudara a clarificar las muchas dudas de tanta gente de buena fe que por falta de instrucción o por la titánica influencia que la cultura de la muerte ejerce sobre las personas echan de menos los argumentos que corroboren lo que su conciencia, intuición, educación y buen sentido les asegura. Además, me dije a mí mismo, visto el perfil de este señor, que tal vez estuviera ante una de esas rara avis, tan escasa entre los católicos y casi inexistente fuera de ellos, que busca auténticamente algo de verdad, que sufre de esa docta ignorancia socrática que provoca la sed de conocimiento ajena de prejuicios y miedos a poner en entredicho todo lo ya conocido, y que está haciendo una pregunta anhelando una respuesta. Pero mi desilusión vino cuando contestó a nuestro amigo Embajador en el Infierno que trató de explicarle con simplicidad y muchísima profundidad – ambas suelen ir acompañadas – alguna de sus aparentes inquietudes. Su respuesta no fue el silencio reflexivo o la petición de mayores aclaraciones para comprender mejor lo que transmitimos, si no para ser amaestrado al menos para entendernos y poder conocer por mera voracidad de sabiduría algo nuevo. Pero no, ¡qué desilusión!. Otro dogmático, lleno de prejuicios. Otro que pregunta y pregunta pero como mera retórica sin esperar aprendizaje ni siquiera dialogo. Qué fiasco al descubrir que a la respuesta del Embajador en el Infierno le contesta con otra pregunta pero de índole diversa. Y para más inri el tópico sofista de con “qué autoridad”. Qué pena, una persona que parecía letrada. Efectivamente, es perder el tiempo dialogando así. Cada vez que a Jesucristo le hacen una pregunta del tipo con qué autoridad, quién te crees, etc. Siempre contestó de la misma forma. No hay otra.
A pesar de todo, podemos salvar las primeras preguntas de Maldoror por su utilidad para construir este artículo ya que son las mismas que esas personas de buena voluntad, que hemos mencionado, se están haciendo en medio de sus vacilaciones.
Comencemos. Interpelaba nuestro frustrado académico lo siguiente: “¿Cuando hablan de que medidas como el divorcio express o el matrimonio homosexual "atentan contra la familia cristiana", a que se refieren? Exactamente como que dos homosexuales puedan casarse o que la gente en general tenga el derecho a divorciarse afecta su "familia cristiana"? ¿Los estan obligando a divorciarse? ¿Los estan obligarse a volverse homosexuales o están dando el derecho a casarse solo a los homosexuales?”
Hablemos del matrimonio homosexual. Con respecto a la primera cuestión, aparentemente correcta, la cual afirma que extender el concepto de matrimonio a otras realidades no va en detrimento del que tenemos los cristianos u otros que piensan como nosotros, ya que esto no es ni mucho menos una cuestión religiosa, puesto que podremos seguir haciéndolo sin que en nada nos afecte dicha ampliación, digo que es absolutamente errónea. El mayor ataque que puede recibir cualquier ser es ir contra su sustancia. Pongo un ejemplo que ya he usado otras veces: ¿saben la mejor forma de cargarse todo el apoyo social a los minusválidos? – espero no ofender a nadie con la palabra pero es que no conozco el último eufemismo políticamente correcto para referirme a esa realidad, aclaro que es así como nombramos esta situación entre los que la sufren y me son próximos y queridos; pero, claro, ellos son inteligentes y no progres…-, repito, ¿saben cómo?. Se lo digo yo, lo más eficaz y sin que nadie pueda protestar es ampliar el concepto de minusvalía a cualquier problemilla. Así el que tiene la ceja torcida percibirá la misma ayuda que el tetrapléjico. ¿Absurdo?, ¿no?. Cambia la definición de lo que se pretende proteger y lo dejarás absolutamente desprotegido. Esto es aplicable a cualquier cosa: al arte, a los productos distintivos de un país, a los cargos de una empresa. Amplia la definición de directivo, por ejemplo, y has dejado de serlo. Como a alguien se le ocurra calificar la limonada como vino de solera me río yo de los consejos reguladores de la calidad. Haz más flexible el concepto de arte y la partida presupuestaria que percibiría una gran pinacoteca para sus proyectos se lo llevarán los graffiteros. Y, me pregunto, afecta o no a los que van en silla de ruedas, directores, bodegueros y expertos en pintura barroca. ¿Protestarán? o algún mentecato les dirá: si nadie os impide que sigáis haciendo lo que hacéis, ¿de qué os quejáis?. Fíjense qué no será la gravedad de hacer este cambio de definición con la institución más importante de la sociedad, puesto que es la célula de ella, y que, en consecuencia, debe protegerse y promocionarse y todo lo que se haga por ella es poco. No solo económicamente sino moralmente, con reconocimiento social, con facilidades, con apoyo psicológico, con oportunidades singulares, etc. Si resulta que una familia con sus abuelos y sus muchos hijos valen lo mismo legalmente que dos amiguitos que viven juntos, ya me dirán.
Sobre la segunda cuestión de que nadie nos obliga a ser homosexual, sin entrar en la calificación de esta tendencia que ya he tratado ampliamente en esta bitácora y que continuaremos dada la beligerancia de los activistas gay, diré que tampoco esto es cierto del todo. Es verdad que de lo que voy hablar ahora es un asunto muy sutil pero se da. Me refiero al efecto pedagógico y moralizante que toda nueva ley trae consigo. La gente normal tiende a pensar subliminalmente que si algo es legal es bueno. En consecuencia, los frutos, especialmente en los adolescentes en los cuales la personalidad, incluido el equilibrio sexual, está por desarrollar, este mensaje es letal. Por tanto, una ley de este tipo acarrea un efecto proselitista. Concluyendo, si no nos obliga a ser homosexuales, al menos, induce y posibilita.
Aclaro, existe la posibilidad de dejar de ser homosexual, no viene a cuento, pero como no se oye mucho y yo soy testigo de varios casos muy cercanos lo repito por si ayuda a alguien.
Con el divorcio express es más fácil argumentar. Ya el divorcio en sí es un ataque a la esencia de la familia ya que esta por su raíz no tiene fecha de caducidad. Si existe la posibilidad del divorcio de los padres la familia se debilita en sus cimientos. Esto es tan obvio que los prejuicios no nos lo dejan ver. Es como los huevos fritos con patatas que solo nos damos cuenta que existían cuando estamos seis meses en el exilio y es de la única comida que nos acordamos. Pongo un ejemplo: Que les parecería que la legislación de un país permitiera que los socios de una empresa tuvieran la arbitrariedad de disolver la sociedad sin atender con ninguno de los compromisos con sus empleados, proveedores y clientes; bueno, ninguno, no, pactando unas indemnizaciones. Esta claro que nadie viviría seguro en un lugar así. Al contrario lo que se desea son compañías fuertes y duraderas que den seguridad a sus empleados, clientes, accionistas y sociedad. Es más lo que esperamos de la legislación es que premie la durabilidad y penalice la temporalidad. Y no digamos si hablamos de entidades de inversión, donde confiamos nuestros ahorros -¡quien los tenga!- . Esto que está claro con el tema empresarial, vamos con el dinerito, lo ponemos en tela de juicio con algo muchísimo más valioso como es la familia. Bueno pues el divorcio express es acentuar esto hasta lo ridículo. En el caso de la empresa, que en 24 horas le dices a todo el mundo que a su casa, ¡que esto se ha acabado chicos!. Cuando se abarata el coste de terminación de un compromiso lo que se hace es minusvalorar el propio compromiso. Tal es así que llega un momento en que la diferencia entre estar casado o no desaparece, ergo, dinamitamos el concepto de matrimonio y por ende el de familia. Le damos un marco de inestabilidad propicio para la irresponsabilidad y para la irreflexión tan enemigo del amor verdadero, que es la esencia de la familia.
La familia es el lugar donde se nos quiere por lo que somos y no por lo que valemos y esto, especialmente en los jóvenes, es lo que nos ayuda a crecer como personas. Si esto puede acabar, es una mentira, un fraude. El amor no existe. Esa es la razón de tanta depresión y suicidio. Pero este amor del que hablamos no es un enamoramiento compulsivo sino el amor duradero. Aclararé para la ignorancia generalizada que el enamoramiento y la pasión inicial se acaban, hasta aquí algunos llegan por eso concluyen que la solución es el cambio de ahí el divorcio, lo que no sabe la gente es que vuelven, pero en el marco de un matrimonio donde la constante es el amor, con subidas y bajadas, con perdón y con cien mil sinsabores vividos juntos.
Para finalizar voy al axioma inicial. Lo que en el fondo nos pasa, influenciados por la presión ambiental, es que pensamos que cada cual haga lo que crea y no nos metamos en la vida de los demás. Esto es lo más egoísta que he oído en mi vida y se dice mucho. Que es lo que pone el comentario: si yo no me voy a divorciar qué me va a mí que lo hagan los demás, que tengan la posibilidad, perfecto. Olvidando que la ley no es potestativa sino que es de debido cumplimiento. Verbigracia: Admitiríamos que la ley de protección de maltratos a una mujer – estos ejemplos deben tener como víctima a una fémina de lo contrario pudieran interpretarse justo en sentido contrario a lo que el autor pretende – exonerara al varón que inflingiera una paliza a su mujer si a esta, por masoquismo o lo que quieran, le gustara. De ningún modo, pues ese hombre transgredió la ley. A que no valdría decir si ellos son así felices dejémoslos y cuando mate a la mujer miramos para otro lado y decimos compungidamente: una desgracia. Una ley nos afecta a todos. El mal de una persona es un mal que daña a la sociedad. Por la misma razón, no podemos decir que no importa que la legislación corrompa la esencia de la familia ya que la mía va a seguir muy bien, ¡allá lo demás!. Y, ¿nuestros hijos, qué?; y, los demás, ¿qué?, ¿nos importan, acaso, un pepino?.
Para acabar diré que el origen de estos males contra la familia, aunque se remontan a Lutero y al Iluminismo francés – ya hablaremos algún día -, tienen un enemigo muy próximo y cercano que fue la llamada liberación sexual. Vamos que todo este problema pasa por pensar con la bragueta. Y no es coña.
Cuando ojeé el comentario que dejó Maldoror sobre mi anterior entrada se me encendió la luz y pensé acerca de la utilidad de escribir algo que ayudara a clarificar las muchas dudas de tanta gente de buena fe que por falta de instrucción o por la titánica influencia que la cultura de la muerte ejerce sobre las personas echan de menos los argumentos que corroboren lo que su conciencia, intuición, educación y buen sentido les asegura. Además, me dije a mí mismo, visto el perfil de este señor, que tal vez estuviera ante una de esas rara avis, tan escasa entre los católicos y casi inexistente fuera de ellos, que busca auténticamente algo de verdad, que sufre de esa docta ignorancia socrática que provoca la sed de conocimiento ajena de prejuicios y miedos a poner en entredicho todo lo ya conocido, y que está haciendo una pregunta anhelando una respuesta. Pero mi desilusión vino cuando contestó a nuestro amigo Embajador en el Infierno que trató de explicarle con simplicidad y muchísima profundidad – ambas suelen ir acompañadas – alguna de sus aparentes inquietudes. Su respuesta no fue el silencio reflexivo o la petición de mayores aclaraciones para comprender mejor lo que transmitimos, si no para ser amaestrado al menos para entendernos y poder conocer por mera voracidad de sabiduría algo nuevo. Pero no, ¡qué desilusión!. Otro dogmático, lleno de prejuicios. Otro que pregunta y pregunta pero como mera retórica sin esperar aprendizaje ni siquiera dialogo. Qué fiasco al descubrir que a la respuesta del Embajador en el Infierno le contesta con otra pregunta pero de índole diversa. Y para más inri el tópico sofista de con “qué autoridad”. Qué pena, una persona que parecía letrada. Efectivamente, es perder el tiempo dialogando así. Cada vez que a Jesucristo le hacen una pregunta del tipo con qué autoridad, quién te crees, etc. Siempre contestó de la misma forma. No hay otra.
A pesar de todo, podemos salvar las primeras preguntas de Maldoror por su utilidad para construir este artículo ya que son las mismas que esas personas de buena voluntad, que hemos mencionado, se están haciendo en medio de sus vacilaciones.
Comencemos. Interpelaba nuestro frustrado académico lo siguiente: “¿Cuando hablan de que medidas como el divorcio express o el matrimonio homosexual "atentan contra la familia cristiana", a que se refieren? Exactamente como que dos homosexuales puedan casarse o que la gente en general tenga el derecho a divorciarse afecta su "familia cristiana"? ¿Los estan obligando a divorciarse? ¿Los estan obligarse a volverse homosexuales o están dando el derecho a casarse solo a los homosexuales?”
Hablemos del matrimonio homosexual. Con respecto a la primera cuestión, aparentemente correcta, la cual afirma que extender el concepto de matrimonio a otras realidades no va en detrimento del que tenemos los cristianos u otros que piensan como nosotros, ya que esto no es ni mucho menos una cuestión religiosa, puesto que podremos seguir haciéndolo sin que en nada nos afecte dicha ampliación, digo que es absolutamente errónea. El mayor ataque que puede recibir cualquier ser es ir contra su sustancia. Pongo un ejemplo que ya he usado otras veces: ¿saben la mejor forma de cargarse todo el apoyo social a los minusválidos? – espero no ofender a nadie con la palabra pero es que no conozco el último eufemismo políticamente correcto para referirme a esa realidad, aclaro que es así como nombramos esta situación entre los que la sufren y me son próximos y queridos; pero, claro, ellos son inteligentes y no progres…-, repito, ¿saben cómo?. Se lo digo yo, lo más eficaz y sin que nadie pueda protestar es ampliar el concepto de minusvalía a cualquier problemilla. Así el que tiene la ceja torcida percibirá la misma ayuda que el tetrapléjico. ¿Absurdo?, ¿no?. Cambia la definición de lo que se pretende proteger y lo dejarás absolutamente desprotegido. Esto es aplicable a cualquier cosa: al arte, a los productos distintivos de un país, a los cargos de una empresa. Amplia la definición de directivo, por ejemplo, y has dejado de serlo. Como a alguien se le ocurra calificar la limonada como vino de solera me río yo de los consejos reguladores de la calidad. Haz más flexible el concepto de arte y la partida presupuestaria que percibiría una gran pinacoteca para sus proyectos se lo llevarán los graffiteros. Y, me pregunto, afecta o no a los que van en silla de ruedas, directores, bodegueros y expertos en pintura barroca. ¿Protestarán? o algún mentecato les dirá: si nadie os impide que sigáis haciendo lo que hacéis, ¿de qué os quejáis?. Fíjense qué no será la gravedad de hacer este cambio de definición con la institución más importante de la sociedad, puesto que es la célula de ella, y que, en consecuencia, debe protegerse y promocionarse y todo lo que se haga por ella es poco. No solo económicamente sino moralmente, con reconocimiento social, con facilidades, con apoyo psicológico, con oportunidades singulares, etc. Si resulta que una familia con sus abuelos y sus muchos hijos valen lo mismo legalmente que dos amiguitos que viven juntos, ya me dirán.
Sobre la segunda cuestión de que nadie nos obliga a ser homosexual, sin entrar en la calificación de esta tendencia que ya he tratado ampliamente en esta bitácora y que continuaremos dada la beligerancia de los activistas gay, diré que tampoco esto es cierto del todo. Es verdad que de lo que voy hablar ahora es un asunto muy sutil pero se da. Me refiero al efecto pedagógico y moralizante que toda nueva ley trae consigo. La gente normal tiende a pensar subliminalmente que si algo es legal es bueno. En consecuencia, los frutos, especialmente en los adolescentes en los cuales la personalidad, incluido el equilibrio sexual, está por desarrollar, este mensaje es letal. Por tanto, una ley de este tipo acarrea un efecto proselitista. Concluyendo, si no nos obliga a ser homosexuales, al menos, induce y posibilita.
Aclaro, existe la posibilidad de dejar de ser homosexual, no viene a cuento, pero como no se oye mucho y yo soy testigo de varios casos muy cercanos lo repito por si ayuda a alguien.
Con el divorcio express es más fácil argumentar. Ya el divorcio en sí es un ataque a la esencia de la familia ya que esta por su raíz no tiene fecha de caducidad. Si existe la posibilidad del divorcio de los padres la familia se debilita en sus cimientos. Esto es tan obvio que los prejuicios no nos lo dejan ver. Es como los huevos fritos con patatas que solo nos damos cuenta que existían cuando estamos seis meses en el exilio y es de la única comida que nos acordamos. Pongo un ejemplo: Que les parecería que la legislación de un país permitiera que los socios de una empresa tuvieran la arbitrariedad de disolver la sociedad sin atender con ninguno de los compromisos con sus empleados, proveedores y clientes; bueno, ninguno, no, pactando unas indemnizaciones. Esta claro que nadie viviría seguro en un lugar así. Al contrario lo que se desea son compañías fuertes y duraderas que den seguridad a sus empleados, clientes, accionistas y sociedad. Es más lo que esperamos de la legislación es que premie la durabilidad y penalice la temporalidad. Y no digamos si hablamos de entidades de inversión, donde confiamos nuestros ahorros -¡quien los tenga!- . Esto que está claro con el tema empresarial, vamos con el dinerito, lo ponemos en tela de juicio con algo muchísimo más valioso como es la familia. Bueno pues el divorcio express es acentuar esto hasta lo ridículo. En el caso de la empresa, que en 24 horas le dices a todo el mundo que a su casa, ¡que esto se ha acabado chicos!. Cuando se abarata el coste de terminación de un compromiso lo que se hace es minusvalorar el propio compromiso. Tal es así que llega un momento en que la diferencia entre estar casado o no desaparece, ergo, dinamitamos el concepto de matrimonio y por ende el de familia. Le damos un marco de inestabilidad propicio para la irresponsabilidad y para la irreflexión tan enemigo del amor verdadero, que es la esencia de la familia.
La familia es el lugar donde se nos quiere por lo que somos y no por lo que valemos y esto, especialmente en los jóvenes, es lo que nos ayuda a crecer como personas. Si esto puede acabar, es una mentira, un fraude. El amor no existe. Esa es la razón de tanta depresión y suicidio. Pero este amor del que hablamos no es un enamoramiento compulsivo sino el amor duradero. Aclararé para la ignorancia generalizada que el enamoramiento y la pasión inicial se acaban, hasta aquí algunos llegan por eso concluyen que la solución es el cambio de ahí el divorcio, lo que no sabe la gente es que vuelven, pero en el marco de un matrimonio donde la constante es el amor, con subidas y bajadas, con perdón y con cien mil sinsabores vividos juntos.
Para finalizar voy al axioma inicial. Lo que en el fondo nos pasa, influenciados por la presión ambiental, es que pensamos que cada cual haga lo que crea y no nos metamos en la vida de los demás. Esto es lo más egoísta que he oído en mi vida y se dice mucho. Que es lo que pone el comentario: si yo no me voy a divorciar qué me va a mí que lo hagan los demás, que tengan la posibilidad, perfecto. Olvidando que la ley no es potestativa sino que es de debido cumplimiento. Verbigracia: Admitiríamos que la ley de protección de maltratos a una mujer – estos ejemplos deben tener como víctima a una fémina de lo contrario pudieran interpretarse justo en sentido contrario a lo que el autor pretende – exonerara al varón que inflingiera una paliza a su mujer si a esta, por masoquismo o lo que quieran, le gustara. De ningún modo, pues ese hombre transgredió la ley. A que no valdría decir si ellos son así felices dejémoslos y cuando mate a la mujer miramos para otro lado y decimos compungidamente: una desgracia. Una ley nos afecta a todos. El mal de una persona es un mal que daña a la sociedad. Por la misma razón, no podemos decir que no importa que la legislación corrompa la esencia de la familia ya que la mía va a seguir muy bien, ¡allá lo demás!. Y, ¿nuestros hijos, qué?; y, los demás, ¿qué?, ¿nos importan, acaso, un pepino?.
Para acabar diré que el origen de estos males contra la familia, aunque se remontan a Lutero y al Iluminismo francés – ya hablaremos algún día -, tienen un enemigo muy próximo y cercano que fue la llamada liberación sexual. Vamos que todo este problema pasa por pensar con la bragueta. Y no es coña.