martes, 5 de junio de 2007

Mamá: ¡Me aburro!

«Pues cómprate un burro», suele contestar mi mujer cuando uno de nuestros hijos nos aguijonea con tan manida protesta.

Es propio de adolescentes y niños carecer de la capacidad para convivir con la experiencia del aburrimiento. Porque una de las características propias de la madurez es precisamente la virtud de la fortaleza que permite al sujeto soportar sin desesperar experiencias no gratas. En mi caso, si me permiten el comentario, no se si por exceso o defecto de sazón, añoro, en no pocos momentos, volver a sentir tedio. Cuando me preguntan: «¿qué plan tienes para tus vacaciones?», siempre contesto: «aburrirme». Pero, no lo consigo.

El asunto es que cada vez se oyen a personas de más avanzada edad física mascullar esa misma queja lastimera. A veces en el trabajo, cambian de puesto y al poco tiempo: igual. En el noviazgo: ¡Claro!, viven con los papás; por supuesto, tienen sus buenos sueldos, salen, van al cine, a cenar, disco y a disfrutar juntos e, incluso, los papás les preparan la cama para los fines de semana – ¡habría que mandar a galeras a algunos padres! –. El resultado es que tras varios meses o años de convivencia, sin la más mínima responsabilidad ni compromiso, están hastiados. En los estudios es permanente esta querella. ¡Ni qué decir tiene en la relación con los padres!; sin embargo, con los abuelos: no. Porque cuando no son útiles se mandan al basurero – perdón, residencias de lujo – y santas pascuas. ¡Ah!, se me olvidaba: en el matrimonio….para qué hablar; esto si que es profundamente triste y preocupante.

Miren el secreto de la felicidad está en amar no en ser amado - cuando he contado esto a algún cercano que pretendía divorciarse se ha quedado con los ojos a cuadros -. Que sí, que en ser amado no hay ninguna realización, que solo se encuentra la verdadera y plena satisfacción en amar sin esperar nada a cambio. Y claro, como hemos quitado de la vida a Dios y a toda referencia ética, solo esperamos obtener algo de placer. Esta es la trampa vital de una existencia fuera de la fe. Conclusión todo aburre, incluso lo más bonito de la vida.

Además, hay otra cosa muy importante, ¿quién ha dicho que no hay que aburrirse en algunos momentos?. Amarse dos personas comporta el saber aburrirse juntos. Amar un trabajo es convivir con la rutina. El hombre adulto sabe superar e incluso utilizar para su bien y el de los demás el aburrimiento y el resto de las contrariedades que le sobrevengan. No obstante, si aman mucho no van a tener tiempo de aburrirse. Todavía no conozco ninguna monja de clausura, familia numerosa, misionero atendiendo pobres o profesional serio que disponga de tan preciado bien: tiempo para aburrirse.

2 comentarios:

El Cerrajero dijo...

Pues a mi me tiene aburrido el (des)gobierno de Rodríguez el Traidor ¿es eso bueno? ^_^

Embajador dijo...

Necesito pedirte un pequeño favor (y no es dinero, je, je). ¿Podrías por favor escribirme a embajadorenelinfierno [arroba] yahoo [punto] com?. Muchas gracias por adelantado.

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