miércoles, 16 de mayo de 2007

Giuliani metió la pata pero otros muchos también

Aparece en el confidencial del periodista azote del presidente español ZP, Federico Jiménez Losantos, Libertaddigital.com una columna traducida al español del Washington Post escrita por el politólogo de la derecha americana Charles Krauthammer.

Miren, por mucho Pulitzer que tenga y por mucha doctrina política que haya elaborado, en esta columna mete la pata como Giuliani que se manifestó partidario de despenalizar aun más el aborto en USA amén de otras cosillas (seguro que se las imaginan).

El problema del aborto en USA no es que esté regulado desde los setenta por la jurisprudencia a partir del conocido caso Roe contra Wade en vez de por una ley democráticamente emanada del parlamento. No, el problema es que la matanza del 11S, cuya realidad de aflicción poca gente haya vivido tan de cerca como el ex-alcalde de NY, se queda pequeña en comparación con el holocausto que representa el nefando crimen del aborto en ese país.

El manoseado argumento feministoide del sufrimiento y el sacrificio de las mujeres ya cansa hasta la nausea. A mí las mujeres me impresionan – ¡y mucho! – pero las madres abnegadas que tiran con carros y carretas para sacar adelante a su familia; es decir, todo lo que el feminismo odia de la mujer es lo mejor y lo más propio de ella; a saber: su intrínseca triple faceta de madre, esposa y mujer.

Yendo al caso, amigo Charles, me temo que estás tan desenfocado como tu correligionario Rudy. Este no es un asunto de formas jurídicas, ni siquiera de ley civil, sino de ley natural. El aborto es un crimen y ninguna institución, por muy democrática que sea, puede arrogarse la capacidad de legislar a favor del asesinato ya que tal acción es, en cualquier caso, aunque fuera por la totalidad de los votos de la población, ilegítima e injusta puesto que se está haciendo algo fuera del ámbito competencial de la sociedad.

Todo debate acerca del aborto fuera de los término éticos está viciado de partida y llevará a conclusiones erróneas. Tal y como ocurriría con la eutanasia, la esclavitud, el derecho a ser persona de una raza o sexo, la libertad individual, etc. Poner en tela de juicio o regular el derecho a la vida, la libertad y a la dignidad de las personas es algo que no podemos hacer porque son derechos derivados de otro superior: el de Dios. Él nos creó, por su inquebrantable voluntad, libres, con una vida y llamados por vocación a la mayor dignidad: la de ser hijos de Dios.

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