miércoles, 23 de mayo de 2007

La derecha moderada

Es común escuchar a los adictos de la llamada derecha moderada o del centro decir que el Partido Popular – principal partido conservador nacional de España – debería abandonar sus postulados más extremos para convertirse en una derecha moderna, homologable, europea – más o menos estos son los epítetos que usan – y dejar de ser cavernícola, decimonónica, ultramontana y casposa. No conozco tan a fondo la coyuntura sudamericana pero creo que no debe diferir mucho de la española. Asimismo, el otro día el filósofo Fernando Savater anunció la intención de crear un nuevo partido político en las Vascongadas – zona del norte de España donde el nacionalismo exacerbado está muy enraizado y cuya más funesta secuela es la existencia de la banda terrorista ETA de corte marxista e independentista que durante más de cuarenta años ha sembrado de asesinatos y extorsiones todo el país - que situado a la izquierda defienda la estrategia de la lucha anti-terrorista del PP pero que se desmarque de sus postulados más de derechas.

En principio estas afirmaciones, entendidas textualmente, no me parecerían mal. Cabría la posibilidad de interpretarlas como hacer una política que trate a los ciudadanos como lo que son: personas. Abandonar la tentación de un capitalismo agresivo donde el hombre es tan solo un recurso, un elemento económico más (antropología no lejos de la pesimista y materialista visión marxista, si no en sus síntesis sí al menos en sus principios ontológicos). Es verdad que los padres del liberalismo o el libre-mercado tenían una visión moral del hombre y sus fundamentos no solo no son malos sino que concuerdan con la naturaleza humana y, por tanto, son buenos y necesarios. Pero, también es verdad que el egoísmo del hombre provoca un mal uso de la libertad – al igual que ocurre con todas la otras cosas buenas de la creación – acarreando el mal y la injustita en el prójimo. La razón última es sencilla, aunque no se quiera ver: el drama del hombre no es el sistema político o la sociedad injusta en la que vive sino la naturaleza lesionada que ha heredado consecuencia del pecado original.

Tal vez, estas quejas, puedan referirse a la tentación que tiene la derecha de hacer un totalitarismo del patriotismo. O les reclaman una mayor preocupación por los asuntos sociales; es decir, especial atención a los más desfavorecidos. Posiblemente les están demandando que no se luche con la inflación tan solo con la moderación salarial a costa de las familias. Quien sabe si lo que le piden son medidas para evitar el enriquecimiento especulativo. Socorro al Tercer Mundo, sensibilidad medioambiental, inversiones en bienes y servicios para las clases populares, mejora de la calidad de la enseñanza, igualdad de oportunidades, equiparación del trato de la justicia, etc. Yo: de acuerdo.

Pero, hete aquí, que cada vez que algún moderado de derecha o centro-izquierdista - como Savater ayer mismo - abre la boca para explicar lo que quieren decir con estos anhelos, se destapan sus verdaderas intenciones. Acompañándolo de algunos temillas de cariz menor, declaran taxativamente el punto clave: el PP debe abandonar sus tendencias más confesionales (sic).

Y, ¿qué son las tendencias confesionales?. En esto no hay ninguna duda: todo lo relacionado con la vida, con la moral sexual y con la enseñanza religiosa. Aquí está el punto neurálgico de la batalla apocalíptica entre el bien y el mal que, como en cada generación, se está luchando en nuestro tiempo. Lo que el papa Juan Pablo II el Magno calificó de la cultura de la muerte. La cultura de la muerte contra la de la vida. Aborto, eutanasia y divorcio contra amor, entrega y vida. Esta es la auténtica brecha, no izquierdas y derechas.

Los cristianos en esta batalla andamos despistados: que si somos del PP, algunos – estos no se si tienen remedio – que si somos del PSOE. ¡Confundidos!. Ellos, lo tienen claro: su enemigo es el aspecto confesional. Saben muy bien que el nuevo orden mundial descansa sobre un trípode: relativismo, hedonismo y muerte. Es decir, haz lo que quieras, disfruta y para mantener ese ritmo reduzcamos a los más débiles: pobres y no nacidos. Lo que no saben es que esa ideología tiene la fecha de caducidad pues lleva inoculado un germen de muerte. El cristianismo, por el contrario, sobrevivirá eternamente, a pesar de la negligencia de sus miembros, pero el problema son las víctimas que este proceso dejará tras de sí: abortos, confusión en la gente, insatisfacción, depresiones, odios, sufrimiento, personas que se perderán en el error, condenaciones eternas y, en un futuro, mártires.

Si el PP está lejos de defender estos valores no negociables para un católico y desde el progresismo, tanto de derechas como de izquierdas, se les reclama que los abandone aun más, podemos inferir que todo el sistema político actual corre en una dirección opuesta a la Verdad.

¿Dónde se sitúan los cristianos?

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