miércoles, 30 de mayo de 2007

Líderes políticos católicos

Recuerdo como en una entrevista de una TV española hace muchos años al perspicaz Shlomo Ben Ami (ex embajador de Israel en España y ex ministro de Asuntos Exteriores de su país amen de historiador y parlamentario) este fue interpelado acerca de la causa por la que no se llegaba a un acuerdo de paz entre los pueblos de Palestina e Israel. El brillante político contestó sin titubear que los pueblos no tienen la capacidad y por tanto nunca son los responsables de alcanzar tales pactos. El problema estaba en los líderes. Estos son los que pueden conducir a sus pueblos por caminos buenos o malos. Él concluía que Israel no encontraba líderes en el pueblo palestino con la credibilidad y la confiabilidad imprescindibles como para seguir un proceso de entendimiento y afirmaba que Arafat era la gran traba para la paz.

Así es. El ser humano es un animal mimético y la masa, por mucho que esté compuesta de personas racionales, sigue de forma irracional a sus adalides; esto es una realidad constatable y, además, ineluctable. Por tanto lo que es verdad es bueno. No como dice la canción de Serrat que la verdad no tiene remedio; no, los cristianos sabemos que la verdad es buena. En efecto, lo malo no es que las sociedades imiten a sus modelos sino que no existan los dechados adecuados a los que seguir. Por eso la Iglesia siempre ha mostrado a los santos como modelos a imitar con la ayuda de la gracia.

El problema que existe hoy es que no encontramos fácilmente auténticos referentes cristianos. A duras penas se hayan en nuestra vida cotidiana pero, en la pública, son una especie extinguida. Porque un modelo cristiano público debe ser cristiano y público. En efecto, así como ciertos intelectuales, artistas, periodistas, etc., cuya fama les acreditaba como personas confiables, han tomado la iniciativa para crear plataformas políticas de izquierdas alternativas al PSOE tanto en Cataluña como en las Vascongadas, de la misma forma se precisa que algún periodista, psiquiatra, político, escritor, pensador u de otra profesión de cierta relevancia y cuya fama le haga acreedor de la simpatía y la aceptación de su electorado potencial, lidere una plataforma política de orientación cristiana.

Porque en España nadie se ha arriesgado, no ya para formar tal partido político sino que ni siquiera para sostener algún valor cristiano jugándose el puesto o dimitir si fuera menester, como el conocido caso Butiglioni en Italia. Este es un país narcotizado.

Los líderes son personas capaces de saber que es lo que de verdad quiere el pueblo para bien conseguirlo si se tratara de algo bueno bien dirigirlo hacia lo correcto si ello no lo fuera. En las democracias modernas lo primero se da escasamente y con bastante grado de engaño, lo segundo ni se plantea.

Por tanto el problema de los partidos testimoniales y la falta de consolidación del voto católico hay que buscarla en los líderes. Porque están tapados dedicados a hacer otras cosas y trampeando con la mentalidad agnóstica sin el menor rubor en vez de dar el salto que las circunstancias exigen. ¡Ojo!, jamás estos deben ser los clérigos, ellos tienen ya otra misión mucho más importante que la política e incompatible con ella.

Mientras no surjan estos líderes que cumplan las dos condiciones de cristianos genuinos por un lado y de fama y reputación acreditada por otro, de nada servirán los partidos testimoniales. La gente necesitamos identificarnos con alguien y seguirlo. Ya sabemos que los cristianos solo hacemos esto con Cristo pero aquí estamos hablando en otro plano: nos referimos exclusivamente a la política.

Por último, recomiendo vivamente la lectura de esta entrada relativa a la educación sobre la ciudadanía que escribe el embajador en el infierno. No tiene desperdicio. Para que sepamos cuál es el panorama.

lunes, 28 de mayo de 2007

27M Elecciones municipales y autonómicas en España

Los análisis de los resultados de estas elecciones son variopintos pero parecen coincidir en que el PP las ha ganado o que, al menos, el PSOE no lo ha conseguido. Aunque parezca lo mismo, los matices y las formas de expresar las cosas son primordiales, a diferencia que en el resto de las disciplinas, en política.

Para mí las conclusiones son tres:

- La gente ha votado contra ZP. Ir en contra suele ser más divertido y más sugestivo que a favor de algo.
- El nacionalismo divisor y fanático está muy enraizado en la periferia septentrional española
- Los denominados partidos testimoniales que defienden o al menos no atacan los valores fundamentales para un católico no han obtenido la más mínima representación

¿Qué si esto es bueno o es malo?: No sé. Que a ZP le vaya mal políticamente es como para regocijarse en mi modestia opinión. Lo del nacionalismo es penoso. Y, por último, la falta de alguna organización política de verdad que patrocine la moral natural es desastroso. No haría falta que gobernara si al menos fuera lo que en política se llama pinza – estado que se ha demostrado ser de los más beneficioso para la consecución de los intereses de un partido y que menos debilita sus ideales -. Creo que tal escenario sería muy provechoso para la salud ética de nuestra sociedad.

Pero que se dé esta más que deseable situación requiere tan solo de una cosa que no he visto a ningún periodista, blogero o intelectual, de los que defienden la existencia de tales partidos, mencionar. Esta cosa no es la unión de los pequeños partidos, llamémosles testimoniales, ni la toma en conciencia de los católicos, ni una mayor actividad de tales organizaciones.¡No!, todas esas cosas están bien, pero no son la clave necesaria. Lo que hace falta son líderes.

miércoles, 23 de mayo de 2007

La derecha moderada

Es común escuchar a los adictos de la llamada derecha moderada o del centro decir que el Partido Popular – principal partido conservador nacional de España – debería abandonar sus postulados más extremos para convertirse en una derecha moderna, homologable, europea – más o menos estos son los epítetos que usan – y dejar de ser cavernícola, decimonónica, ultramontana y casposa. No conozco tan a fondo la coyuntura sudamericana pero creo que no debe diferir mucho de la española. Asimismo, el otro día el filósofo Fernando Savater anunció la intención de crear un nuevo partido político en las Vascongadas – zona del norte de España donde el nacionalismo exacerbado está muy enraizado y cuya más funesta secuela es la existencia de la banda terrorista ETA de corte marxista e independentista que durante más de cuarenta años ha sembrado de asesinatos y extorsiones todo el país - que situado a la izquierda defienda la estrategia de la lucha anti-terrorista del PP pero que se desmarque de sus postulados más de derechas.

En principio estas afirmaciones, entendidas textualmente, no me parecerían mal. Cabría la posibilidad de interpretarlas como hacer una política que trate a los ciudadanos como lo que son: personas. Abandonar la tentación de un capitalismo agresivo donde el hombre es tan solo un recurso, un elemento económico más (antropología no lejos de la pesimista y materialista visión marxista, si no en sus síntesis sí al menos en sus principios ontológicos). Es verdad que los padres del liberalismo o el libre-mercado tenían una visión moral del hombre y sus fundamentos no solo no son malos sino que concuerdan con la naturaleza humana y, por tanto, son buenos y necesarios. Pero, también es verdad que el egoísmo del hombre provoca un mal uso de la libertad – al igual que ocurre con todas la otras cosas buenas de la creación – acarreando el mal y la injustita en el prójimo. La razón última es sencilla, aunque no se quiera ver: el drama del hombre no es el sistema político o la sociedad injusta en la que vive sino la naturaleza lesionada que ha heredado consecuencia del pecado original.

Tal vez, estas quejas, puedan referirse a la tentación que tiene la derecha de hacer un totalitarismo del patriotismo. O les reclaman una mayor preocupación por los asuntos sociales; es decir, especial atención a los más desfavorecidos. Posiblemente les están demandando que no se luche con la inflación tan solo con la moderación salarial a costa de las familias. Quien sabe si lo que le piden son medidas para evitar el enriquecimiento especulativo. Socorro al Tercer Mundo, sensibilidad medioambiental, inversiones en bienes y servicios para las clases populares, mejora de la calidad de la enseñanza, igualdad de oportunidades, equiparación del trato de la justicia, etc. Yo: de acuerdo.

Pero, hete aquí, que cada vez que algún moderado de derecha o centro-izquierdista - como Savater ayer mismo - abre la boca para explicar lo que quieren decir con estos anhelos, se destapan sus verdaderas intenciones. Acompañándolo de algunos temillas de cariz menor, declaran taxativamente el punto clave: el PP debe abandonar sus tendencias más confesionales (sic).

Y, ¿qué son las tendencias confesionales?. En esto no hay ninguna duda: todo lo relacionado con la vida, con la moral sexual y con la enseñanza religiosa. Aquí está el punto neurálgico de la batalla apocalíptica entre el bien y el mal que, como en cada generación, se está luchando en nuestro tiempo. Lo que el papa Juan Pablo II el Magno calificó de la cultura de la muerte. La cultura de la muerte contra la de la vida. Aborto, eutanasia y divorcio contra amor, entrega y vida. Esta es la auténtica brecha, no izquierdas y derechas.

Los cristianos en esta batalla andamos despistados: que si somos del PP, algunos – estos no se si tienen remedio – que si somos del PSOE. ¡Confundidos!. Ellos, lo tienen claro: su enemigo es el aspecto confesional. Saben muy bien que el nuevo orden mundial descansa sobre un trípode: relativismo, hedonismo y muerte. Es decir, haz lo que quieras, disfruta y para mantener ese ritmo reduzcamos a los más débiles: pobres y no nacidos. Lo que no saben es que esa ideología tiene la fecha de caducidad pues lleva inoculado un germen de muerte. El cristianismo, por el contrario, sobrevivirá eternamente, a pesar de la negligencia de sus miembros, pero el problema son las víctimas que este proceso dejará tras de sí: abortos, confusión en la gente, insatisfacción, depresiones, odios, sufrimiento, personas que se perderán en el error, condenaciones eternas y, en un futuro, mártires.

Si el PP está lejos de defender estos valores no negociables para un católico y desde el progresismo, tanto de derechas como de izquierdas, se les reclama que los abandone aun más, podemos inferir que todo el sistema político actual corre en una dirección opuesta a la Verdad.

¿Dónde se sitúan los cristianos?

miércoles, 16 de mayo de 2007

Giuliani metió la pata pero otros muchos también

Aparece en el confidencial del periodista azote del presidente español ZP, Federico Jiménez Losantos, Libertaddigital.com una columna traducida al español del Washington Post escrita por el politólogo de la derecha americana Charles Krauthammer.

Miren, por mucho Pulitzer que tenga y por mucha doctrina política que haya elaborado, en esta columna mete la pata como Giuliani que se manifestó partidario de despenalizar aun más el aborto en USA amén de otras cosillas (seguro que se las imaginan).

El problema del aborto en USA no es que esté regulado desde los setenta por la jurisprudencia a partir del conocido caso Roe contra Wade en vez de por una ley democráticamente emanada del parlamento. No, el problema es que la matanza del 11S, cuya realidad de aflicción poca gente haya vivido tan de cerca como el ex-alcalde de NY, se queda pequeña en comparación con el holocausto que representa el nefando crimen del aborto en ese país.

El manoseado argumento feministoide del sufrimiento y el sacrificio de las mujeres ya cansa hasta la nausea. A mí las mujeres me impresionan – ¡y mucho! – pero las madres abnegadas que tiran con carros y carretas para sacar adelante a su familia; es decir, todo lo que el feminismo odia de la mujer es lo mejor y lo más propio de ella; a saber: su intrínseca triple faceta de madre, esposa y mujer.

Yendo al caso, amigo Charles, me temo que estás tan desenfocado como tu correligionario Rudy. Este no es un asunto de formas jurídicas, ni siquiera de ley civil, sino de ley natural. El aborto es un crimen y ninguna institución, por muy democrática que sea, puede arrogarse la capacidad de legislar a favor del asesinato ya que tal acción es, en cualquier caso, aunque fuera por la totalidad de los votos de la población, ilegítima e injusta puesto que se está haciendo algo fuera del ámbito competencial de la sociedad.

Todo debate acerca del aborto fuera de los término éticos está viciado de partida y llevará a conclusiones erróneas. Tal y como ocurriría con la eutanasia, la esclavitud, el derecho a ser persona de una raza o sexo, la libertad individual, etc. Poner en tela de juicio o regular el derecho a la vida, la libertad y a la dignidad de las personas es algo que no podemos hacer porque son derechos derivados de otro superior: el de Dios. Él nos creó, por su inquebrantable voluntad, libres, con una vida y llamados por vocación a la mayor dignidad: la de ser hijos de Dios.

lunes, 14 de mayo de 2007

Matar clavando unas tijeras en el cráneo

Es más que interesante navegar por este artículo de Hispanidad.com sobre el aborto por nacimiento parcial. Esta técnica muestra bien a las claras lo truculento que es este crimen. Porque el aborto, no solo con esta técnica que al menos es sincera, es un asesinato.

Me acusaba uno de mis “disculpados”, cuando publiqué alguna entrada sobre este repugnante crimen silenciado por la mayoría, de ignaro en biología. Yo creo que tiene mucha razón, cada día descubro más mi desconocimiento integral sobre casi todo; pero, me gustaría decirle que tampoco se sienta él tan ufano por saber de esta materia ya que, para un tarugo como yo, comprender la formación del cigoto, la unión de ADNs o el ulterior proceso de blastulación fue cosa de cinco minutos; mis estudios de ingeniería, por contra, me costaron un poquito más; los de economía, menos que los de ingeniería pero más que los biológicos; pero, estudiar a Aristóteles y Santo Tomás de Aquino, se lo puedo asegurar, fue un trabajo ingente y entenderlos, todavía sigo en ello sin consiguirlo del todo. Solamente observando el ser de la cosas nuestra mente alcanza a vislumbrar alguna de certeza sobre las mismas. Es ridículo, por tanto, ver a más de un biologuillo de tres al cuarto arrogándose la autoridad de pontificar en los grandes asuntos de la ética sin más bagaje que sus tres chorraditas medio aprendidas inconscientes de que solo con un gran valor, humildad y respeto a la verdad se pueden afrontar estos asuntos. ¡Si hasta algún botarate me pidió que demostrase científicamente que un embrión es una persona!. Lo que sí es difícil de demostrar es que quien hace esta pregunta tenga la mínima capacidad neuronal para saber de qué hablamos.

Ahora, como no creemos en Dios, ponemos nuestra fe en la ciencia y como, además, el relativismo ha conducido a esta sociedad a la ignorancia casi absoluta confiamos en cualquier memez. Ya saben los anuncios de televisión dicen “testado científicamente”, pues eso, queremos que nos demuestren científicamente qué es el hombre. Ya ocurrió en Alemania donde se hacían demostraciones científicas acerca de la dignidad humana de ciertas razas. Repetir lo obvio es cansino, pero lo haremos: el hombre es, desde su concepción hasta su muerte natural. Todo lo que ocurre entre medias de estos dos hitos disruptivos no es más que un desarrollo evolutivo.

Dudar de que el aborto es un asesinato es un signo de podredumbre moral galopante. Pero como es un mal generalizado nos quedamos tan tranquilos.

jueves, 10 de mayo de 2007

Como niños en el trabajo

Francamente lo de la bondad infantil es una de las estupideces más grandes que, aunque no se si la creemos realmente, repetimos sin enmienda.

Por supuesto no niego la candidez y la nobleza de los niños pero, no hay más que observarlos media hora - ¡claro cómo ahora no tenemos niños creemos en el mito! – para caer en la cuenta de su egoísmo, caprichos, tozudez y, en muchos momentos, crueldad. Pero, es verdad, lo compensan con su confianza en los padres, su obediencia, su sencillez y su limpieza de corazón.

El problema es que vivimos en una sociedad de inmaduros; es decir, de púberes de más de treinta años. Y, a esa edad: ni confianza, ni obediencia, ni sencillez ni, mucho menos, limpieza. Más bien lo contrario: recelos, soberbia, retorcimiento y suciedad interior (resentimiento, codicia, envidia e impudicia). O sea la maldad del pecado original pero sin el control de las virtudes cardinales propias del hombre maduro que, con denuedo y paciencia, las ejercita y vigoriza, tras muchas caídas. De las virtudes teologales - en mi experiencia las únicas eficaces - ya ni hablo.

Esto se ve con mucha claridad en el mundo laboral donde, especialmente cuando se sube el nivel, se vive el trabajo como un juego de guerra, con aliados y enemigos, para satisfacer puerilmente el ego.

Lejos de ser el trabajo el medio para ganarse la vida y sacar adelante a una familia – muchas veces, por desgracia, inexistente - se ha convertido en la competición deportiva para realizarse. Como tal satisfacción nunca se produce, pues nuestras ansias son infinitas como corresponde a quien por vocación está llamado a la unión con el Eterno, la frustración redunda en el recrudecimiento de las formas para triunfar en el trabajo. Además el salario no es más que una medida del prestigio. El resultado es las difamaciones, traiciones, falsedad y superficialidad. Por cierto, en las mujeres: peor; si además son directivas: peor que peor.

Lo más gracioso es que cada día los consejos de dirección de las empresas están intentando extender, para mayor beneficio de consultoras varias, una cultura pseudoreligiosa que reduce su remedo de piedad en: el valor del equipo, la dirección por misión o por valores, los objetivos comunes y, como no, la responsabilidad social corporativa. Creanme ciertos seminarios, carísimos por cierto, son de una ridiculez insultante.¡Lo que se ahorrarían las empresas y las personas si las gente se convirtiera de nuevo al cristianismo!.

Claro, con esta cultura de implantar el buen clima laboral estamos mordiéndonos ferozmente pero una sonrisita en los labios y, eso, tuteándonos como amigos. Es el colmo de la hipocresía.

Yo soy de los que tengo mi crucifijo y un iconito de la virgen en mi despacho y rezo el Ángelus a medio día y pido a Dios me permita vivir cada día el trabajo como servicio y amor a mis compañeros, jefes, subordinados, clientes, proveedores, accionistas y la sociedad. No lo consigo como quisiera, pero apoyado en Jesucristo no pierdo la esperanza. Seguro, como mi fe me atestigua, que sin el menor esfuerzo, apoyado en la gracia, se me concederá.

miércoles, 9 de mayo de 2007

¿Porqué se pierden el 10% de los católicos en 10 años?

Menos, muchos menos de los que se pierden en Europa. Y no son tantos los que abandonan la Iglesia porque al menos en ese continente se mantiene en la población un espíritu religioso que aun siendo bueno, lo siento pero hay que admitirlo, no es la fe católica.

Las razones para esta pérdida, a pesar del sentimiento religioso que reduce la brecha, son la propia teología de liberación que hace que los sacerdotes den o hagan muchas cosas pero no llevan a los hombres a Jesucristo y la segunda es el gran mal que aqueja al clero, tanto allí como aquí, que es la mediocridad, la apatía y el considerar su vocación, en el fondo, como una profesión. A veces, demasiadas, se dan las dos a la vez.

Las declaraciones del mismo presidente de CELAM tienen, a mi modo de ver, siguiendo su jerga, alguna luces pero también muchas sombras. Si con tamaña suavidad se expresan los católicos de verdad como se van a identificar los problemas de fondo.

Aunque la secularización no es tan fuerte como en Europa el ataque de las sectas y grupos evangélicos es mayor pues suplen las carencias espirituales que la Iglesia, por las razones mencionadas, deja.

Rezo para que la visita a Brasil de su santidad, nuestro querido Papa, Benedicto XVI, dé abundantes frutos; de forma singular, en el clero, que es el que más lo necesita.

lunes, 7 de mayo de 2007

¡Pobres ecologistas!

Este año las reservas de agua en la comunidad de Madrid son superiores al 83% de su capacidad total, lo cual es mucho.

Estoy totalmente compungido: ¡pobres ecologistas de mi región!. El año pasado, con la sequía galopante que azotaba toda España estaban encantados. Se les veía felices, estaban animados, en plena forma, como nunca. Nos amonestaban con las más aciagas previsiones: ¡No se puede regar!, ¡es la inicua mano del hombre!, ¡la pacha mama se revela!

Pero; ¡ay!, este año, no. Ya me veía yo no pudiendo tirar de la cadena cuando iba al baño y, ¡claro!, en las casas de los reaccionarios, como este humilde servidor, que tenemos muchos hijos, esto puede llegar a ser un problema muy serio en pocos días. Porque tener muchos hijos es antiecológico; ya saben, los pañales y todo eso.

Pobres ecologistas. ¡Menos mal que les queda el cambio climático!. La verdad es que estoy muy preocupado por su ánimo. Confío que este verano haga mucho calor y así puedan tener algún motivo para lanzarnos sus proclamas soporíferas. El pasado invierno ha sido muy suave en España y, ¡vaya por Dios!, esto ha provocado que se contamine menos puesto que se reduce el uso de la calefacción: cosas raras que tiene la realidad que no entiende de ideologías.

jueves, 3 de mayo de 2007

Niño mimado niño estropeado

La educación de los hijos es uno de los grandes temas de ayer, de hoy y de siempre. Sin embargo, es aquí donde se pulsa con claridad el estado de la grave enfermedad moral que aqueja a nuestra sociedad occidental. No sé si esta es la raíz o la consecuencia del problema; pero, desde luego, es la causa del empeoramiento seguro que se nos avecina.

Viene a mi memoria la anécdota que ocurrió hace unos años en un colegio anterior de mi hijos. Resulta, que como los profesores sentían una fuerte complicidad con mi mujer – no hay nada como ser maestro para que los criterios progres se pongan en solfa – le contaron que en el comedor una niña de cuatro años no quería tomar la leche; como el profesor responsable la obligó a hacerlo – con la suavidad que se hace hoy en los colegios, ¡no se vayan a creer! -, la niña, ni corta ni perezosa, cogió el vaso y, mirando fijamente a los ojos del profesor, dio media vuelta a su muñeca, derramando todo el contenido al suelo. Acto seguido la díscola niña fue castigada a recogerlo con una fregona. Al día siguiente, el padre de la criatura fue al colegio, no porque nadie la llamara a capítulo sino para protestar, hecho un basilisco, por el trato dado a su hija, ya que, según él, su niñita no era ninguna criada como para fregar el suelo del colegio. Sorprendente, ¿verdad?. Pero, lo queramos o no, existe una justicia y unas repercusiones frente nuestros actos y no solo en la otra vida. Efectivamente, la personalidad asnal de este progenitor tendrá su castigo en el provenir de su hija. Esta chiquilla hubiera necesitado dos pares de bofetadas: uno, del profesor, antes de recoger con una bayeta la leche y el otro, del padre, cuando se lo contó en casa, para regañarla por su trastada y para reafirmar, de paso, la autoridad del profesor. Esta medicina le hubiera hecho un bien impagable y, posiblemente, tal lección le hubiera dejado una huella indeleble, evitándole muchísimos futuros quebraderos de cabeza.

Pero no y claro, eso es lo que estamos creando: una sociedad de inmaduros, incapaces de hacer nada, ni por ellos mismos ni por nadie, que les exija el más mínimo sacrificio. Y sin sacrificio no hay ni ciencia, ni familias, ni empresas, ni nada que valga la pena. Lo que ocurre es que ahora no se educa. Para hacerlo hay que castigar, corregir y decirles a los hijos una palabra que desconocen: “no”.

Una de las razones de esta situación es la comodidad. Por un lado, tanto el padre como la madre trabajan fuera de casa y, claro, para un rato que se ven con sus hijos no se van a enfrentar a ellos. Porque educar exige mucho sacrificio, es un esfuerzo grande y continuado y que provoca no pocos conflictos. Por otro lado, la visión hedonista nos seduce para que evitemos cualquier choque y busquemos otras ocupaciones más placenteras tal y como ver algún programa de televisión.

Otro de los motivos es el enfermizo temor a que nuestros hijos sufran. Dejémosles que se diviertan – dicen muchos padres -, son pequeños – diecisiete añitos la criatura -, no volverán a ser jóvenes, no hay que ser tan duros como fueron nuestros padres, los tiempos han cambiado. Todas estas majaderías se oyen cada día. Cuando la realidad es que no hay mayor sufrimiento que la insaciable y antojadiza voluntad de un niño mimado.

Por último, el reducido número de hijos, algo no solo contra la voluntad de Dios sino contra lo que es lógico y natural - ambas cosas suelen ser coincidentes aunque, a veces, no a simple vista – provoca la atención desmedida sobre ellos con lo que no les hacemos ningún bien. No hay mejor escuela de padres que tener muchos hijos y no hay mejor regalo para un chico que tener un hermano más.

Me queda la esperanza de que la siguiente generación conocedora, por los frutos, del mal que les han inflingido sus padres harán todo lo posible por rectificarlo en nuestros nietos y, si no, en los bisnietos.

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