miércoles, 18 de abril de 2007

Hay que bajar a los pobres de la cruz

Pido primero disculpas, especialmente a mis lectores asiduos, por los días que llevo sin escribir. He tenido una razón muy poderosa y es que por motivos laborales me he tenido que desplazar a mi querida tierra americana, desde donde escribo. En concreto, en estos momentos, me encuentro en Brasil.

Desde Sudamérica, donde tantas veces me ha tocada venir, se pueden advertir muchas cosas con más claridad que desde la enferma Europa.

Cuando estás aquí y conoces a la gente te das perfecta cuenta de que una de la mayores causas, sino la principal, de la pobreza de un país es la inmoralidad. De esto no hablan los economistas. Algunos se sorprenderán de esta afirmación, singularmente los que no han salido de un país del primer mundo. Sin embargo, Brasil es un ejemplo palmario de esto. Aquí, que más que un país es un pequeño continente, abundan los recursos naturales, existe un pujante sector industrial, hay una excelente capacitación en buena parte de la población y cuenta con un tejido bancario no desdeñable. Pero, hay muchos pobres. ¿Porqué?. Insito en lo dicho: la inmoralidad. Por un lado, en la clases dominantes, por la gran corrupción y el exceso de populismo – hasta aquí, creo, todos de acuerdo -; sin embargo, también en la clases no pudientes, donde el valor de la familia es más que discutible. En los niveles más pobres, el padre, raramente, cumple con sus obligaciones y se sacrifica para ver prosperar a sus hijos. El vicio es una tentación irresistible; se vive la inmediatez del momento. No se adoptan decisiones a medio plazo aun cuando los beneficios esperados lo justifiquen. Por no hablar de los graves pecados de alcohol, abusos y violencia en el interior de la casa.

Por el contrario cuando te relacionas con grupos de cristianos – de los de verdad, los que son fieles a Roma, vaya - te sorprendes de ver la dignidad con la que viven y con muchos hijos. En ellos se aprecia la precariedad y la limitación de recursos que no se da en Europa, donde el nivel económico es muy grande, tanto que sobra casi de todo; pero, en ellos, no se advierte ningún signo de miseria, todo lo contrario. Trabajan, sacan adelante sus familias, sus hijos prosperan, están felices y no pasan hambre; algunas días no hay nada que echar a la boca pero, con un poco de superación y un mucho de providencia divina, al día siguiente sí. No dedican esfuerzos a protestar sino a querer y educar a sus hijos y a trabajar sin hacer de la profesión una meta de vida sino un medio para vivir. Esta urdimbre que tejen estos grupos y comunidades de cristianos es la que hace que una sociedad prospere poco a poco y, en consecuencia, salga de la indigencia.

Y la clave es el amor. Pero no cualquier clase de amor sino el que han aprendido de Cristo, subidos con Él en la cruz; renunciando a sus apetencia inmediatas por amor a sus cónyuges, hijos y vecinos. La salvación viene de la cruz. Pues bien, los ignorantes y en algunos casos malintencionados, aunque siempre panzudos vividores de esa mema quimera, teólogos de la liberación dicen que hay que bajar a los pobres de la cruz. ¡Qué se baje el que quiera!. Yo, con la ayuda de Dios, deseo subirme.

Por último, ya sabemos que a las organizaciones internacionales lo único que se les ocurre es erradicar a los pobres evitando que se reproduzcan. Es normal, ellos no tienen el océano de optimismo y esperanza que la experiencia de Cristo Resucitado ha dado a su Iglesia. Si así fuera entenderían que cuando un hombre es evangelizado, tal vez disponga de un bajo nivel económico, pero deja de ser lo que técnicamente llamamos pobre. En la blogosfera se comenta que los payasitos de la parroquia roja de Madrid dicen que ellos no tienen pobres pidiendo a la puerta sino que los tienen dentro de la parroquia, siendo protagonistas. Esto es una estupidez. Lo importante es que el que entre dentro de la parroquia se haga cristiano y, lo que yo he visto y conozco miles de casos, dejará de ser indigente. Es más, ayudará, incluso, a otros a dejar de serlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡¡¡ Que bueno que alguien se de cuenta !!!

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