martes, 10 de abril de 2007

¡Cómo anda parte del clero!: Ahora un cura de derechas

Me entristece la noticia de que el párroco de la localidad malagueña de Cómpeta ha decidido presentarse como candidato a alcalde de esa misma ciudad.

Sinceramente, que un presbítero renuncie a ejercer su vocación – que no a su ordenación, matizo, cuyo carácter es indeleble – me parece incomprensible. Jesucristo lo llamó para al ministerio apostólico, aunque por subordinación, para la misión más grande que se pueda concebir que no es sino la que el mismo Cristo confió a sus apóstoles y este señor, Jose Luis Torres, decide que debe ser más importante servir a sus conciudadanos como alcalde. Es patético.

Despreciar la vocación de trabajar en la viña del Señor en aras de una labor política yo me atrevería de calificarlo si no de idolatría al menos de estupidez. Dejarse deslumbrar por una gloria pasajera cuando el Señor ha abierto ante uno un proyecto de santidad es ceguera. Se imaginan que San Pablo, mucho más preparado para la cosa pública que esta persona, hubiera renunciado a la evangelización por un puestecillo en la administración romana; pero, para gobernar cristianamente, ¡eh!, no se crean.

De todas formas para mí hay algo más grave: Que un cura apueste por un partido político, en este caso el conservador, de centro o de derechas – cada cual lo define de una manera distinta -; es decir el partido popular de España (PP), hace que, se quiera o no, la gente lo identifique con la Iglesia. Cosa que es muy insana ya que la Iglesia no tiene más afiliación política que el evangelio y colabora de forma puntual y nunca incondicional con todo el que la ayude, sea partido o sea lo que sea, en la consecución del objetivo único que tiene, que es llevar a los hombres a la salvación que Jesucristo nos ha ganado.

Por último, este hombre se ha granjeado el cariño de sus paisanos gracias a su cargo de párroco con lo que ha utilizado la Iglesia y la misión sacerdotal para un beneficio propio o lo, que es peor, partidista e ideológico.

El clero anda revuelto: o los payasos de la mal llamada iglesia roja o este aprendiz de político de derechas. El caso es que hay curas, cada vez menos gracias a Dios, que no se dedican a lo que tienen que hacer. Y están todos ellos muy equivocados pues no hay mejor servicio que puedan realizar por las personas que el ser curas santos. Afortunadamente nuestros obispos nos defienden de ellos cada vez con más valor.

Insisto la Iglesia que no es de izquierdas ni derechas sino del evangelio tiene que sufrir ataques desde dentro, desde fuera e intentos de domesticarla.

Lo de este cura, que quieren que les diga, me parece mal, muy mal. Ojalá pierda las elecciones; pero, que tampoco las gane la izquierda.

2 comentarios:

Daniel Mercado dijo...

En general la política, como está, me desagrada, y me parece un desperdicio que cualquier persona de cierta valía, se contamine con su participación partidista.
Esto que pienso vale para curas, monjas, médicos o albañiles.
Pero la participación en la vida de la sociedad, en las decisiones que se toman, en el quehacer público, es parte del ser responsablemente ciudadano. Ésto pasa, desgraciadamente, por la política, donde creo que todos, no sólo un cura, debe participar es en la regeneración de una política que vaya más allá de partidos e ideologías caducas, sino apunte al bien de los ciudadanos.

José Anido dijo...

No puedo estar más de acuerdo con la afirmación de que la Iglesia debe dedicarse al Evangelio y lo peligroso que supone la identificación con un bando o partido político.

Como ya he comentado otras veces, parte (hay más, pero no viene al caso)del problema de la Teología de la Liberación fue su identificación partidaria, lo que impidió que searrollara otras facetas más acordes con el espíritu evangélico. De igual manera, la identificación del clero con alguna dictadura fue nefasta a la larga para la transmisión del Evangelio.

El sacerdocio es servicio a Dios y al Prójimo desde la humildad, no desde los cargos. Esperemos que poco a poco esta perspectiva se vuelva a imponer.

P.D.: Ya he comentado el post sobre la muerte de Cristo. Recuerdo que incluso las obras nuestro querido Santo Tomás fueron quemadas por el obispo de París en su día y sólo tiempo después se apreció su doctrina.

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