martes, 20 de marzo de 2007

Los colegios religiosos son imprescindibles; pero, por favor, que no nos den gato por liebre

Cuenta Álex Navajas, en una interesante y acertada columna titulada ¡Los colegios, los colegios! (http://www.larazon.es/noticias/noti_rel30668.htm), que están cerrándose anualmente 180 colegios religiosos en España. Además comenta, con mucha razón, que estos son parte esencial de la función evangelizadora de la Iglesia Católica.

Tradicionalmente las escuelas católicas han estado a cargo de las órdenes religiosas, teniendo algunas de ellas como vocación primaria la educación de los niños. Pero la crisis vocacional de las órdenes ha provocado que no puedan atender todos los colegios existentes a pesar de que, para dimensionar el problema en su verdadera magnitud, estos no son suficientes, puesto que para los católicos, de verdad y no de nombre, teniendo en cuenta la sociedad en que nos movemos, debería ser una necesidad ineludible el llevar a sus hijos a un centro donde reciban una formación católica integral.

El origen de esta situación es múltiple pero yo pienso que la crisis vocacional no es la causa del problema sino la consecuencia. El origen está en la crisis de fe que ha entrado en las mismas órdenes. Esta crisis ha penetrado en ellas principalmente por dos motivos: la fuerte secularización exterior que las ha seducido y la seguridad económica que muchas de ellas tienen. ¿Porqué la secularización las ha seducido?, por un tema de cantidad, cuando miran a la sociedad y ven que las masas de gentes van por otros derroteros y ven a los medios de comunicación difundiendo otras ideas, se sienten acomplejados y se dejan llevar; tratan de seguir a la sociedad con un discurso más acomodaticio, aunque aplicando a la doctrina imperante basada fundamentalmente en el relativismo, el hedonismo y el materialismo, un barniz católico, para su tranquilidad eclesiástica. El otro día el padre Juan Masiá (jesuita experto en bioética, ¡qué Dios nos pille confesaos!) declaró que: “resulta más fácil entenderse con un agnóstico de actitudes abiertas, que con un creyente cerrado sobre sí mismo”; no hace falta más comentarios. Por otro lado, el tema económico, es claro que, cuando acumulas algo – como decía San Francisco de Asís – te dedicas a defenderlo; o sea, empleas parte de las energías (o todas) que se requerirían para tu misión original a defender el patrimonio. A este respecto, recuerdo una anécdota que oí de la beata Teresa de Calcuta, que cuando le ofrecieron un palacete en el centro de Calcuta valorado en una fortuna para albergar a moribundos, lo rechazó pues estaba en una zona muy ruidosa; el obispo le aconsejó que vendiera el edificio y con esa gran cantidad de dinero comprara cuantas casas de caridad necesitara en las afueras, a lo que ella le contestó; “Padre, a mí, lo que no necesito, me pesa”. Eso es lo que sobra en muchas órdenes: peso, mucho peso.

Estas dos causas son el resultado de otra mucho más profunda que es cambiar el esquema interior de mirar a Dios y desde esta perspectiva tratar de llevar a los hombres a Dios, a dedicarse a observar embelesadamente a los hombres sin más. Un religioso que deja de dedicar su vida EXCLUSIVAMENTE a la piedad; es decir, a amar a Jesucristo; vamos, en román paladino, a la oración, los sacramentos y la Palabra, no vale para nada. Toda su actividad caritativa debe proceder y tener como finalidad esta comunión con la Trinidad. Si un consagrado no es así, es un ser ridículo, un pobre remedo de miembro de ONG o un cargante "rogelio" casposo.

La crisis vocacional también viene de aquí, pues nadie sigue a quien no convence. Los santos solo se preocuparon de amar a Dios y los seguían a cientos. Pues la gente, no hay más que mirar con ojos limpios, está sedienta de Dios y no de sucedáneos.

En consecuencia, el fruto de todo esto es el lamentable estado de buena parte de la educación religiosa – de la laica no es necesario ni decir palabra -. Es desolador llevar a nuestros hijos a colegios religiosos y ver qué fe les transmiten, qué amor a la liturgia les enseñan y qué moral les inculcan. Son cientos de anécdotas de amigos y conocidos católicos que se lamentan del enfoque sobre la sexualidad en colegios católicos, los errores dogmáticos de base y el abandono de las prácticas de piedad y de los sacramentos tan necesarios en la edad infantil. Tradicionalmente los colegios católicos celebraban la misa periódicamente con los chavales de una forma propedéutica, les daban la oportunidad de utilizar la confesión acostumbrándoles a esta práctica y se les enseñaban las bases de nuestra fe y nuestra moral. Hoy en día preguntar a un niño que estudió en un colegio católico quién era Abraham, qué paso con María tras morir o qué piensa la iglesia de la virginidad es como pedirme a mí que resuelva un complicado problema de grafos por los caminos de Hamilton.

Es por tanto necesario realizar un control de calidad sobre los colegios religiosos y puede que el Espíritu Santo ya lo esté haciendo con muchos de estos cierres forzados. A veces es mejor que no toquen la enseñanza religiosa que nuestros hijos reciben en casa a que la deformen. Otro caso es el de los católicos que en casa no hablan a sus hijos de Dios.

Por tanto que entren en el gobierno de los colegios católicos los laicos fieles a la Iglesia, que los hay y muchos, puede ser la solución de futuro que Dios esté preparando, ya que ellos están luchando día a día y cara a cara con la secularización y no se dejan engañar tan fácilmente pues conocen de cerca sus devastadores efectos. No les pasa como a muchos de esos religiosos de pacotilla que han hecho de la fe una forma de ganarse la vida que, teniendo casa y plato caliente todos los día a costa de la Iglesia que denostan, se dedican a panza llena a decir todo tipo de estupideces para obtener el lustre del eco que encuentran en los enemigos de su propia Iglesia. Ya me gustaría que tuvieran el valor de dedicarse a algo útil de verdad y enfrentarse por sí solos a la vida, no se cómo iban a ganarse el pan con esos rollos de cura resentido. También y desde hace varios años las prefecturas y movimientos con cientos de sacerdotes con mucha fe, de la de verdad, llevan haciendo esta labor de forma espléndida, pero hace faltan muchos obreros en esta mies.

1 comentario:

ECM dijo...

El mundo será el paraíso que buscas cuando NO HAYA ESCUELAS RELIGIOSAS- que no enseñen a los niños -sin prejuicios ni dogmas aprendidos- a discriminar a sus 'hermanos' judios, musulmanes, etc.

NO hay niños católicos. Lo único que hay son hijos de padres católicos.

Las escuelas religiosas son un lastre que la sociedad humana debe ir desechando gradualmente. Afortunadamente, parece que lo están haciendo ellos mismos.

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