jueves, 29 de marzo de 2007

¿Qué es el infierno?

Me gustaría responder a los comentarios sobre mi anterior entrada relativa al infierno. Creo que los temas que se me plantean se pueden resumir en dos: Qué es el infierno y qué pruebas científicas hay de él.

¿Qué es el infierno?. Evidentemente es un tema de fe; porque el infierno no lo vemos con nuestros ojos corporales como tampoco podemos ver a Dios con ellos. Con los ojos de la fe sí que podemos ver a ambos, pero ya en esta vida, no solo en la perdurable. Por tanto, como soy católico, y no creo que la fe sea algo de procedencia personal sino que es una obra de Dios que ha depositado en la Iglesia Católica, aunque, por supuesto, exige que la persona receptora la incorpore como propia, pero, sin que la invente, la modifique, ni la adapte, yo me voy al magisterio para contestar a la pregunta de ¿qué es el infierno?.

La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, "el fuego eterno" (cf. DS 76; 409; 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; SPF 12). La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira. ([1035] del Catecismo de la Iglesia Católica).

¿Qué es el infierno? Si con esta pregunta estamos indagando cual es la sustancia del mismo; es decir, si es un estado, un lugar físico o una sensación, francamente me parece una pregunta pueril. Tan absurda como la contraria y que posiblemente ninguno de mis comentarista hubieran hecho: ¿qué es el cielo? Por tanto, en este sentido, a mí me importa un bledo qué es el infierno o qué es el cielo.

Lo que sí es primordial – y desde luego a mí me importa mucho – es que en el cielo estaremos con Dios y en el infierno sin Él y, en ambos casos, eternamente. Nada más y nada menos. Es decir, o un gozo inefable o el peor que el más espantoso de los sufrimientos que podamos imaginar. Pero esto no me lo invento yo, miren como la Escritura describe ambas cosas: Sal 16,11 para el cielo e Is 66, 24 para el infierno. En efecto esto es lo que está en juego y pienso que es la disyuntiva más dramática de nuestra existencia.

Hay gente sensible que lo del fuego del infierno le parece un poquito crudo - ¡tiene gracia! – o un poco infantil. Sin embargo, esta metáfora del fuego, que trata de expresar un dolor y un sufrimiento inenarrable e inimaginable, no es un invento ni de los curas, ni de los ultracatólicos, ni por supuesto mía. Sino que Dios la inspiró en el AT (ver otra vez Is 66, 2); pero, para los hipersensibles que piensan que el AT y NT son cosas distintas - ¡qué terrible confusión!, sin el AT no se entiende absolutamente nada del NT -, les diré que Jesús de Nazaret usa esa alegoría incesantemente (se pueden ver todas las citas evangélicas que nombra el catecismo y hay otras como la famosa parábola de “Lázaro y el rico” en Lc 16, 19-31). Si el maestro se expresa de esa forma quién soy yo para hacerlo de otra. Así que, el infierno es un fuego inextinguible, el fuego de la frustración completa y definitiva de toda nuestra existencia. Pensar en un sufrimiento y un dolor que jamás se acaba, condenados a vivir eternamente en quebranto, odiándonos y odiando a todos, en una tortura que no tiene fin, es tremendo.

Sospecho que con esas preguntas de qué es el infierno, no pretendemos tener una tesis doctoral en teología que no sirve para nada. Acaso no pretendemos buscar formulaciones que nos asusten menos o que nos hagan parecer más simpáticos antes los paganos que nos rodean. Estas posturas no solo no nos granjearan más simpatía sino que pareceremos más ridículos y faltaremos a la verdad. El infierno no es algo suave, ¡de ningún modo!, no hay tormento, tortura, violación, enfermedad, angustia ni nada que podamos sufrir en este mundo comparable con el horror que supondrá el infierno.

No se trata de meter miedo sino de asumir la realidad. El católico que niegue esto es como el padre que no advierte a su hijo de los peligros de asomarse a la ventana de un quinto piso. Os aseguro que, le guste o no, sea muy sensible o no, si el niño se cae será terrible y no habrá posibilidad de enmendar nuestra negligencia.

Bueno, ahora, seguiré por el segundo punto. Este viene de uno de mis admirados “disculpados”. La verdad es que me estimulan muchos sus objeciones porque me inspiran los temas que debo tratar para así llevar a cabo con mayor eficacia la misión de este blog que es dar un visión católica a la realidad en medio de esta confusión general en que nos movemos.

Pruebas del infierno me piden. ¡Si estamos hablando de realidades espirituales cómo quieres que te de pruebas materiales!. Porque incluso después de la resurrección de los cuerpos estos se transformarán en celestiales que es una realidad de orden misteriosa. Sin embargo si que te puede apuntar varias cosas:

- La falta de pruebas no indica la no existencia. Nadie duda de que se pueda obtener un remedio definitivo contra el VIH por eso se investiga en ello. Por tanto la no existencia en este momento de un tratamiento para la curación total del SIDA no indica que esa medicina esté en potencia y que haya que seguir investigando para descubrirla. Tampoco podemos negar que exista vida extraterrestre por el hecho de no tener pruebas de ello. En consecuencia, la falta de evidencias de alguna cosa no implica necesariamente que esta no exista. Por supuesto, tampoco de que exista. De las pruebas solo se puede inferir las existencia nunca la no existencia. La demostración de la no existencia de algo es casi imposible. Que se lo digan a los ingenieros, para asegurar que no hay errores en una solución.

- De lo que no hay duda alguna es de la presencia de maldad en el mundo. No me refiero a las desgracias sino a la perversidad humana. A los asesinatos, violaciones, torturas, secuestros, etc. Muchas de estas iniquidades hechas con crueldad y goce por el que las perpetra. Es un misterio su origen y su finalidad.

- Toda esa maldad que existe en el mundo demanda en buena lógica de una justicia. Salvo que caigamos ineludiblemente en la fatalidad de nuestra existencia. Si fuéramos realmente coherentes con esa negra visión del mundo las consecuencias para la convivencia serían dramáticas.

- Los remordimientos en las conciencias de las personas que han cometido graves pecados suelen ser unos tormentos que podemos calificar de infernales.

- En cualquier caso si no crees en Dios ni en los novísimos, allá tú. Si yo tengo razón, puede que tengas un grave problema; si no la tengo, no importa; puesto que, si tú tienes razón, no merece la pena ni que dialoguemos porque todo carece de sentido: busquemos el mayor placer que esto se acaba chicos y además cuando se acabe tampoco tendrás, ni siquiera, la satisfacción de decirme: ¡ves!, tenía yo razón. ¡Ah!, y si yo me he equivoco, ¡qué me quiten lo “bailao”!, porque desde que conocí a Dios no me ha podido ir mejor en la vida a pesar de las muchas contrariedades, que como todos, tengo.

Por último, quiero aclarar que a veces se nos puede acusar de juzgar y condenar a los demás y que esto no es muy cristiano. Pues yo me fijo mucho y cada día veo con mayor lucidez quién me parece tener, entre todas las personas que conozco, mayores posibilidades de ir a infierno. ¿Lo veis vosotros también?


Prometo que en no mucho tiempo dedicaré una entrada a aclarar todos los comentarios suscitados por el asunto del espeluznante crimen del aborto.

4 comentarios:

ECM dijo...

Perfecto! Una vez más me respondes citando evangelios sin tener que dar una sola prueba de lo que dices. Disculpa, pero todo en esta vida, para ser certero, debe ser comprobado. Entiendo muy bien tu lógica circundante donde todo lo que no puede probarse no puede calificarse de inexistente, pero aquí te pongo yo la diferencia:

Te estoy pidiendo que compruebes lo que dices, no que NO lo compruebes. Claro que la cura contra el SIDA no se ha encontrado, y por eso seguimos investigando. Si los religiosos dejarán de pensar que la fé es intocable, inalcanzable por la ciencia, tendrían que temer, pues el universo, la vida, la 'injusticia' de la que hablas, no dan ni una sola prueba de que Dios exista, mucho menos el paraíso o el infierno.

El ejemplo clásico planteado por Bertrand Russell: si te dijeran que hay una tacita de té orbitando la tierra, ¿creerías que está ahí? Obviamente es algo que no podemos comprobar porque es demasiado pequeña para captarla, pero ¿eso quiere decir que tengamos que asumir, por no probarla, que existe?

Hablas de metáforas, y ahí haces sentido: el infierno y el paraíso son metáforas, conceptos humanos que existen solamente para la vida católica. ¿O tu crees que existe el Olimpo? Es exactamente lo mismo, así como no existe el Valhalla o rl inframundo azteca

Vuelvo a repetir la premisa básica: si vas a ASEGURAR que lo que dices es cierto para TODO EL UNIVERSO, TODA LA HUMANIDAD, prúebalo y no sermonees a todos los que no creen en las mismas alucinaciones que tú.

Anónimo dijo...

el aborto es un crimen espeluznante y cruel,sin duda alguna pero es infinitamente superado por el juego del hospital,descuartizar a un hijo de una manera inenarrablemente cruelisima.
ambos deben de ir al infierno sin ningun tipo de misericordia por parte de Dios y lamentablemente este macabro juego es muy popular y la inmensa mayoria de la sociedad esta de acuerdo.asi que todos arderemos en el infierno porque Dios eternamente justo,y solo el puede quitarnos la vida.
Palabra de Dios.Amen.

El Último dijo...

Anónimo:

No se te olvide que la inmensa justicia de Dios ha sido satisfecha por la sangre de Cristo cuyo valor es infinito. Por tanto su misericordia ha brillado en la cruz y ha triunfado en su Resurrección.

Cualquiera que se acoja a este perdón, por muchos que sean sus pecados, mayor ha sido la gracia y tiene por tanto el cielo abierto ya desde esta tierra y la salvación en la próxima.

El amor de Dios es innerrablemente mayor que nuestros pecados.

Solo es necesario aceptarlo, disfrutralo y dejar activamente que Él cambie nuestra conducta.

Por supuesto si libremente rechazamos su perdón y su amor nos exponemos a la condenación eterna. Pero por muy grandes que sean nuestros pecados siempre podremos acogernos al amor de Dios y su perdón.

Anónimo dijo...

estimados
Con respecto a las pruebas del infierno,Dios o cualquiera de las certezas cristianas, quiero señalar que " múltiples" corrientes de pensamiento tratan de hacernos creer que sus fundamentos se basan en hechos sólidos y comprobable lo que no es así. Por solo mencionar; el eslabón perdido que se define como la prueba concluyente de que el hombre proviene del mono,no cuadra por 2 razones,la primera son varios los que faltan la segunda es que si se hace una progresión con el esqueleto inicial de un mono ver sus el esqueleto de un mono "con los esqueletos propuestos de la evolución" no llegamos al resultado esperado. según los estudios de un profesor de la universidad de chile .
Podemos seguir con mucha mas "certezas" que también necesitan fe;
"Origen del universo" "edad de la tierra" "el sentido del hombre " etc
Por lo anterior y solo con el animo de aportar creo que antes de criticar certezas de alguien ,debemos chequear las nuestras

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